Luego del cuestionable papel de la Fiscalía de Aguascalientes en el caso del magistrade Ociel Baena y su pareja, parece urgente hablar del concepto “crimen pasional” que las autoridades usaron para resolver lo ocurrido.
El término “crimen pasional”, que alguna vez fue empleado para describir homicidios supuestamente motivados por “incontrolables emociones amorosas”, hoy se considera obsoleto y erróneo desde una perspectiva de derechos humanos.
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Crimen pasional, estigmatización y estereotipos de género
El término “crimen pasional” ha sido utilizado históricamente para explicar actos violentos, especialmente asesinatos, cometidos en el contexto de relaciones románticas o situaciones de celos extremos.
Sin embargo, el uso de esta expresión implica una comprensión reduccionista de la complejidad de los crímenes y perpetúa estereotipos de género y roles preestablecidos.
La aplicación del término “crimen pasional” sugiere una aceptación implícita de la idea de que las emociones intensas, como el amor o los celos, pueden justificar o atenuar la gravedad de un acto criminal.
Este enfoque simplista y sesgado ignora factores fundamentales como el control, la coerción y, en muchos casos, la violencia doméstica subyacente que contribuyen a la dinámica de estas situaciones.

Urge un enfoque desde los Derechos Humanos
Desde una perspectiva de derechos humanos, es crucial reconocer que el término “crimen pasional” puede tener consecuencias negativas para las víctimas y perpetuar nociones erróneas en el sistema judicial.
El uso de este término ha llevado a situaciones donde los culpables pueden recibir sentencias más leves basadas en la idea errónea de que el crimen fue impulsado por una emoción descontrolada.
Además, el término tiende a centrarse en la experiencia emocional del agresor, dejando a menudo en segundo plano el sufrimiento de la víctima.
Esta perspectiva desequilibrada refuerza estereotipos de género, sugiriendo que las reacciones violentas son una respuesta comprensible a la “pérdida” percibida del control sobre la pareja.
El uso del término “crimen pasional” está estrechamente vinculado a nociones arcaicas sobre roles de género y expectativas culturales.
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Este enfoque binario simplifica la complejidad de las relaciones humanas y perpetúa la idea de que los hombres son propensos a reacciones violentas cuando se sienten amenazados en sus relaciones amorosas. En el caso de Ociel Baena y su pareja Dorian Herrera, refuerza narrativas homofóbicas.
“Es que las parejas LGBT+ son muy intensas” o “es que son promiscuos” no son más que creencias discriminatorias y falsas, fundadas en estereotipos nocivos.
Urge abogar por una visión más completa y equitativa de los crímenes en el ámbito de las relaciones personales, que no solo considere las emociones del agresor, sino que también reconozca la complejidad de los factores subyacentes.
La evolución de la terminología es esencial para avanzar hacia sociedades más justas e igualitarias, donde la violencia en las relaciones sea abordada con la seriedad y la comprensión que merece.
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Por último, en este video puedes ver más sobre este debate: