Las fotografías presentadas son escenificadas, pero muestran la cruda verdad detrás de las clínicas en Ecuador que ofrecen servicios para “curar” a lesbianas, gays y transexuales para convertirlos en personas “normales”. La ironía, dolor y protesta son la herramienta en forma de cámara de Paola Paredes, una fotógrafa ecuatoriana, que trabajó con actores en una casa descuidada para representar los abusos realizados por el personal que trabaja en centros clínicos, dedicados a “rehabilitar” a las personas con una orientación sexual distinta.
A través de su página oficial, Paredes publicó que se dedicó a entrevistar a las víctimas de estas clínicas que laboran bajo un aspecto ilegal en Ecuador porque la legislación lo prohíbe. Especificó que en su país existen aproximadamente unos 200 establecimientos que ofrecen servicios para “curar” a hombres y mujeres de su homosexualidad. Estos centros funcionan disfrazados de instituciones para el tratamiento del alcoholismo o drogadicción, encarcelando de manera obligatoria por petición de las familias de los internos. Los tratamientos consisten en torturas emocionales y físicas, basadas en constantes golpizas, insultos por su orientación sexual, comidas forzadas, entre otras técnicas discriminatorias.
Paredes indicó que durante seis meses entrevistó a víctimas de estas clínicas clandestinas, pero su trabajo fotográfico fue centrado en la historia de una mujer que por motivos de privacidad no reveló su identidad. Además, la fotógrafa expresó que se siente afortunada de haber sido aceptada por su familia cuando reveló su homosexualidad, pero su exposición está influenciada por el dolor de las víctimas que vivieron los horrores de un tratamiento inhumano.
En las imágenes se puede observar a varias actrices escenificando los abusos, acompañados de presuntos fármacos repletos de hormonas, actuando el encierro, los golpes para corregir posturas, el constante rezo para “limpiar” el alma de sus pecados, entre otras prácticas para modificar la orientación sexual.
Paredes indicó que fue en el año 2012 cuando le platicaron de estas clínicas privadas en su país para el tratamiento de la homosexualidad, su primer pensamiento fue imaginarse a ella misma prisionera en estos lugares por el hecho de ser lesbiana. En Ecuador, fue hasta 1997 cuando las leyes abolieron la prisión contra homosexuales. El 80 por ciento de su población se considera católica y conservadora.Como si se tratara de rehabilitar a adictos, estos centros trabajan desde 1970 a través de métodos como drogar a los pacientes, usar esposas, constantes golpes, entre otros tratamientos crueles. Hasta el momento estos lugares no han sido castigados por las autoridades que tienen conocimiento de su existencia, e incluso, se puede proceder contra sus administradores debido a que las leyes prohíben esas prácticas.
La artista lamentó que las clínicas sigan abiertas por culpa del sistema de corrupción que ejercen los funcionarios públicos de su país, además de mantener finanzas sanas por las ganancias de 500 a 800 dólares mensuales por cada paciente.
La principal modelo en las fotografías es la propia Paola Paredes, quien actuó el día a día de las víctimas; despertar a las 6 de la mañana para bañarse en un máximo de siete minutos o de lo contrario ser reprimidas. Después leer libros como “Alcohólicos Anónimos” para rehabilitarse. Orar por las mañanas y estudiar la Biblia de rodillas, el olor del maquillaje en la mañana era habitual para que las lesbianas aprendieran a ser “femeninas”.
La limpieza de las instalaciones era obligatoria hasta que sus custodios estuvieran satisfechos con su trabajo, de lo contrario eran golpeadas. A las mujeres que eran castigadas por mala conducta, las obligaban a beber un licuado con una mezcla de cloro, café amargo y agua del inodoro. Cada noche los medicamentos eran habituales, la mayoría provocaban insomnio o pérdida de memoria. Los terapeutas obligaban a las mujeres a vestir con faldas cortas, maquillaje y tacones para que se convirtieran “en damas reales”. Algunas de las víctimas relató que fue violada en grupo para “curar” su homosexualidad.
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