El matrimonio para algunos es la forma de llevar a la vía legal una unión que se logró gracias a la confianza, el respeto y el amor que existe en una pareja; aunque para algunos tener un documento que lo avale no resulta necesario, otros siguen prefiriendo cumplir con ese formalismo. Sin embargo, ¿qué pasa en el caso de los menores de edad? ¿Por qué en México el matrimonio infantil sigue estando vigente?

Aunque en este país la legislación establece que la edad mínima para casarse es de 18 años, existen entidades y localidades de México en donde los adolescentes pueden contraer matrimonio a partir de los 14 años, siempre y cuando cuenten con la autorización de sus padres, la madre o, si ésta se encuentra ausente ya sea por fallecimiento o lejanía, el juez puede otorgar un permiso especial o dispensa, aunque esto viole los acuerdos internacionales y a la propia ley que rige a los mexicanos.

El Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República realizó un estudio acerca de los matrimonios infantiles en México, en el cual advirtió que esta circunstancia que viven muchos menores de edad a lo largo y ancho del país, los obliga a quedarse atrapados en un círculo de violencia, ya que se tiene comprobado que el matrimonio infantil provoca daños en la salud física, psicológica y emocional de los involucrados.

De acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el 2015 se casaron 35 mil 358 niños y adolescentes en México. Cuatro de cada cinco niñas y adolescentes de entre 10 y 15 años están casados con hombres mayores a los 17 años, de ellas, el 4.6 por ciento se casó con hombres de 30 años o más.

“En la adolescencia hay muchas cuestiones que todavía no se acaban de consolidar y tienen que ver con el desarrollo de habilidades y recursos para solucionar problemas y poder establecer un vínculo sano con una pareja”, explicó en entrevista para CC Noticias la Doctora Mariana Naranjo Bravo, de la Universidad Michoacana. “En esa etapa las emociones son muy intensas, pero inestables. Un adolescente puede amar intensamente una semana a alguien y después estar con alguien más sin problemas, y eso es normal, porque la adolescencia es como una fiesta de disfraces en donde pruebas de qué forma y con quién te sientes mejor”.

Además de los peligros psicológicos que conlleva el matrimonio a temprana edad, el Instituto Belisario Domínguez reportó que a nivel físico, el matrimonio infantil y los embarazos van de la mano con altos riesgos de fisura obstétrica y mayores índices de mortalidad infantil.

También se resalta en el estudio que el matrimonio infantil también se relaciona de manera estrecha con la existencia de condiciones de pobreza, por lo cual la práctica es más común en zonas rurales y en localidades donde los prejuicios ante un embarazo sin matrimonio siguen afectando principalmente la calidad de vida de las mujeres.

“En el caso de las personas mayores de 30 años que supuestamente son adultos, buscan vincularse con adolescentes porque muchas veces estas personas quieren como pareja a alguien dócil, inmadurao y dependiente”, contó a CC Noticias la doctora Naranjo. “Esto se presta a una situación violenta”.

En el estudio del Senado se concluye que todos los poderes y niveles de gobierno deben trabajar para legislar y reforzar las medidas que impidan el matrimonio en la etapa de la adolescencia y sin excusas, la edad mínima para casarse sea de 18 años, para así no vulnerar los derechos de los menores y fomentar que el tejido social se desarrolle de una forma más sana, sin tantos riesgos físicos ni psicológicos originados de una decisión forzada.

Sin embargo, la Doctora Mariana Naranjo considera que, si bien sí es necesario realizar este trabajo legislativo, se debe tomar en cuenta que al final “la sociedad funciona muchas veces en un mundo paralelo a las leyes”, por lo cual aunque exista la prohibición, los jóvenes que quedan embarazadas seguirán siendo forzadas a tener al bebé y establecer una relación de pareja o el hombre de 30 años o más va a seguir robándose a la niña de 13 años, aunque ya no se casen, ante los ojos de su comunidad serán una pareja “formal”.

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