Un terremoto a la italiana: víctimas representadas como platillos típicos de pasta. Penne con tomate o gratinados y lasaña representan a un hombre bañado en sangre, a una mujer herida y a cuerpos sepultados por escombros formando una pila, respectivamente.
Siempre fieles a la ironía, al humor y a la sátira que los distingue de otros medios, el semanario francés Charlie Hebdo se mofó de las víctimas del terremoto que azotó a Italia en agosto (con un saldo de 230 muertos). En tiempos de redes sociales y de lo políticamente correcto, donde cualquiera es juez y puede condenar, el uso del humor está bajo escrutinio.
Generalmente, las burlas del medio (autodenominado como ateo) van dirigidas a la extrema derecha y a religiones como el Islam. Tras la publicación de viñetas irreverentes hacia los musulmanes y Mahoma, el semanario fue víctima de un atentado terrorista en el 2015: el Estado Islámico irrumpió en sus instalaciones y asesinó a 12 personas.
Tras el ataque, alrededor de dos millones de personas se reunieron en París para marchar apoyando al semanario y proclamando “Je Suis Charlie” (“Yo Soy Charlie”). Muchos de los que entonces exigieron respeto a los principios de libertad de expresión, hoy le dan la espalda y ofendidos e indignados, lo condenan.
En muchos países ya nadie es Charlie tras la burla de los italianos: “El mundo entero se levantó en defensa de Charlie Hebdo cuando fue víctima del atentado terrorista cometido por el Estado Islámico. Con la misma firmeza, hoy debemos condenar la viñeta que ironiza sobre el terremoto que ha devastado el centro de Italia”, dice la diputada del Partido Demócrata (PD), Vanna Iori.
Como ella, muchos de los que han alzado la voz en contra del medio condenan el humor que no habían reprobado hasta ahora que se ven ofendidos directamente. Es esto lo que sucede con la sátira y la ironía en épocas de redes sociales: los usuarios quieren que la línea entre la libertad de expresión y lo políticamente correcto, jamás se difumine.
El humor se emplea con el objetivo de hacer una crítica de los errores y resaltar defectos o características únicas de algo y eso es supuestamente, uno de los principios de la libertad de expresión.
Los usuarios y lectores toman el papel de jueces y a través de internet tienen la oportunidad de condenar o aprobar lo que leen y lo que ven de inmediato. Todo de acuerdo a la complacencia u ofensa que les generen los contenidos.
Las posturas presentadas en un medio satírico de ese tipo no pueden empatar con todas las visiones diferentes del mundo, ni con todas las religiones. Charlie Hebdo replantea el concepto de libertad de expresión y hace que nos cuestionemos acerca del uso del humor como elemento enriquecedor de opiniones.
En tiempos donde los contenidos se vuelven virales en cuestión de horas, cualquier persona que pretenda dar una opinión o un comentario con sentido del humor, debe cuidarse de las críticas inmediatas.
Hace dos años muy pocas personas (que no eran musulmanas) condenaron la viñeta que indignó a la comunidad islámica de la misma manera que hoy tanto los enfada.
*Con información de: La Vanguardia, La Nación, El País.