La princesa Sheikha al-Nahyan de los Emiratos árabes Unidos y sus siete hijas está metida en tremendo lío. En 2008 eligieron Bélgica como uno de sus destinos favoritos, pero olvidaron que las leyes europeas son diferentes a las árabes.
En sus paseos, llevaban consigo al menos a 20 sirvientas —por supuesto, todas de sexo femenino— para que las cuidaran y las atendieran durante las 24 horas del día, como reporta la televisora alemana Deutsche Welle.
Al sentirse libre en otro país, una mujer de esta veintena de empleadas acudió a la policía de Bruselas —capital de Bélgica—, luego de huir de la suite de lujo en el Hotel Conrad, donde las princesas se hospedaban.
La familia Al-Nahyan es una de las más influyentes en su país, y uno de sus miembros, forma parte de los gobernantes en Abu Dabi. Además, es el dueño del club de fútbol del Manchester City.
La empleada denunció que ella y sus compañeras fueron obligadas a trabajar largas jornadas sin camas para dormir, con poca comida y sin una visa para entrar a ese país. Esto fue un detalle clave para iniciar el juicio contra las princesas.
Las autoridades investigaron y ratificaron las condiciones inhumanas en que estaban las trabajadoras, motivo para acusar a las árabes de violar las leyes laborales y el probable delito de trata de personas.
El caso lleva nueve años estancado en debates legales, con la astucia de los abogados de la familia real. Los litigantes alegaron que la policía de Bruselas violentó los derechos de las princesas al ingresar a su habitación en el hotel.
De comprobarse el delito de trata de personas a las integrantes de la familia real árabe, la sentencia sería pagar a las afectadas una compensación, pero el castigo con prisión también es una posibilidad.
De acuerdo a un artículo de El País, organizaciones internacionales de derechos humanos calculan que los empleados domésticos en naciones árabes (que son entre cinco y siete millones) viven una esclavitud moderna al estilo “servidumbre por contrato”.
Por ejemplo, en países como Emiratos árabes Unidos y Kuwait surgen medidas aún en desarrollo para garantizar protección a sus derechos humanos, como contratos laborales estandarizados para el servicio doméstico. Sin embargo, aún se respalda más al empresario (el empleador) que al trabajador, lejos de aplicar leyes conforme a lo pactado en algunas convenciones internacionales.
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