La muerte se conjuga con la vida en Galicia y el reflejo de ello es Aleixo Paz. Su padre trabajaba como chofer de un camión cisterna que transportaba combustible en Galicia. En un viaje en carretera, el camión se volteó y el papá del joven de quince años no sobrevivió.
Después de veinte meses internado en un hospital por presentar quemaduras en la mayor parte de su cuerpo y tras habérsele amputado la mayoría de sus dedos, Aleixo venció a la muerte y quiso celebrarlo metiéndose a su propio ataúd.
En Santa Marta de Ribarteme, un pueblo situado en Galicia, España, celebrar la vida a través de la muerte es una costumbre que tienen aquellas personas que la burlaron después de tener accidentes tenebrosos o enfermedades terminales. Los sobrevivientes se meten en un ataúd y agradecen seguir con vida en una procesión.
*Foto: El Español.
Por más tenebroso que parezca, la procesión es parte de una celebración que realizan centenares de personas cada 29 de julio, día de Santa Marta de Ribarteme, protectora de los que están en peligro de fallecer. Los ofrecidos, como se les conoce, quieren agradecerle a la santa por haberse salvado.
«La conozco desde siempre, había ido cuando era pequeño», dijo Aleixo Paz quien al tiempo se introducía en uno de los ataúdes abiertos que, desde un día antes, se ponen en la pared de la iglesia del centro del pueblo. «Después de salir del hospital era lo único que pensaba: dar gracias por seguir vivo. Se celebra la victoria de la vida sobre la muerte».
Todo radica en la fe que desde siglos atrás la gente tenía en los santos y en la religión a falta de médicos estudiados. «Esta era una sociedad feudal hasta bien entrado el siglo XX», declaró Xosé Manuel Rodríguez Méndez, funcionario del ayuntamiento de Santa Marta de Ribarteme. «La gente dependía de su fe y de curanderos locales porque no tenían acceso a la medicina moderna».
*Foto: El Español.
A través del tiempo, esta procesión en la que se celebra en vida haber vencido a la muerte se convirtió en una atracción para los turistas, algo que la Iglesia no desaprovechó, así que para este 2017 rentaron ataúdes en cien euros cada uno. Alfonso Besada, reverendo de la parroquia de Santa Marta, justificó el cobro para evitar a los “infiltrados” que quisieran sólo burlarse de la procesión y no por tener verdadera fe en ella.
Las opiniones al respecto fueron encontradas, ya que muchos de los sobrevivientes aseguraron que las cicatrices que sus cuerpos presentan por cirugías o, en el caso de Aleixo, por accidentes graves, no son falsas. «Estoy aquí por Santa Marta, no por ningún sacerdote», declaró Pilar Domínguez, una gallega que participó en la procesión para agradecer la mejoría en la salud de su hija.
Aunque muchos se presentan el día de la procesión a meterse al ataúd para el respectivo agradecimiento, algunas personas se ausentan de último momento porque el pánico los hace su presa. Diversas maneras se tienen para dar las gracias por haber burlado a la muerte. Llegar de rodillas a una basílica, cumplir alguna manda, son algunas de ellas. Particular resulta que en este pequeño pueblo, en Santa Marta Ribarteme, las gracias por la vida, se ofrezcan dentro de un ataúd.
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