Hace tres años, el diario estadounidense The New York Times (el segundo con mayor circulación en Estados Unidos) le dedicó su “página opuesta al editorial” a Angelina Jolie, pieza que tituló “Mi Elección Médica”: una apología de la mastectomía preventiva que se hizo en ambos senos.
Jolie tenía miedo. Contó que es portadora de una mutación del gen BRCA1, que biológicamente funciona como supresor de tumores, pero que con la “variación” incrementa el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer: un 65 por ciento en el caso del cáncer de mama.
Su doctor le advirtió que tenía un 87 por ciento de riesgo de tenerlo. Así que decidió no arriesgarse y entrar al quirófano.
La advertencia de la actriz hollywoodense se volvió viral y alertó a las mujeres sobre los riesgos y la prevención del cáncer. Cientos de mujeres sintieron el mismo miedo que Jolie.
Pero, si a la aventurera Lara Croft podía darle cáncer, a ellas, mortales comunes y corrientes también y desde entonces, el sistema de salud estadounidense gastó 14 millones de dólares en pruebas “innecesarias”.
Como parte de la edición navideña, el British Medical Journal publicó una investigación a partir de la pregunta: ¿Importan las promociones que hacen las celebridades?
La respuesta fue clara: tras la publicación del editorial en el NYT de Jolie, los estudios que pronostican el cáncer de mama aumentaron en un 65 por ciento, aunque el número de mastectomías no se modificó.
El escrito de Angelina Jolie se publicó el 14 de mayo del 2013 y desde entonces, el promedio mensual de los exámenes realizados pasó de 16 por cada 100 mil mujeres entre enero y abril a 21 de mayo a diciembre.
Por lo tanto, este tipo de exámenes médicos no significaron mastectomías preventivas sino dinero invertido y fundamentado en puro miedo, el “efecto Jolie”.
De acuerdo al medio estadounidense Vox, la mayoría de los expertos coinciden en que únicamente las mujeres con una “historia familiar muy particular y con un perfil de riesgo” deberían tomarse la molestia de someterse a un estudio. Pero tras la publicación del texto, las mujeres comenzaron a someterse a exámenes médicos que en realidad no necesitaban.
En Estados Unidos, cada examen de este tipo tiene un costo aproximado de 60 mil pesos (3 mil dólares) y con el repunte de ellos, el sistema de salud pública invirtió 14 millones de dólares tan sólo en las dos semanas que siguieron a su artículo.
Como conclusión, el estudio señala que los anuncios de las celebridades pueden llegar a “influenciar los servicios de salud”, pero no tienen un alcance efectivo en las “subpoblaciones” que corren el mayor riesgo de padecer la enfermedad que promueven.
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