“El niño” dirigió el operativo para rescatar a Daniel Cabrera, uno de los líderes de la Mara Salvatrucha. Apenas tiene 17 años, pero ya era el jefe del comando que rescataría del Hospital Roosevelt, de Guatemala, a una de las cabezas de la pandilla.
Robaron un auto minutos antes del rescate. “El niño”, junto a su grupo de delincuentes, perpetraron a balazos el nosocomio. De pronto la sala de emergencias se convirtió en tierra de nadie, en donde las personas corrían para salvar sus vidas. El saldo: siete muertos y doce heridos.
De esta manera, una vez más, quedó en evidencia la caricatura en la que se convirtió el Sistema Penitenciario guatemalteco, cuando una de las pandillas más violentas de las que se tenga memoria en Centroamérica, logró rescatar a una de sus cabecillas sin dificultad alguna.
*Foto: El País.
Pese a las dificultades con las que laboran los elementos de la policía de Guatemala, lograron capturar en las cercanías del hospital a cinco integrantes de la MS, entre ellos “El niño”, quien portaba un chaleco antibalas y, además, manejaba el auto en el que se encontraron también distintas armas con diversos calibres.
«Lo ocurrido sólo se explica por la crisis del Sistema Penitenciario», afirmó al diario El País, el analista del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos, Édgar Celada. «La pérdida de control del Estado sobre las prisiones es cada día mayor. No tiene ni las capacidades técnicas ni financieras para revertir esta situación».
*Foto: El País.
Una de las cosas que las autoridades policiales continúan peleando, es la atención médica dentro de los reclusorios para evitar este tipo de episodios en los que se ponga en peligro la vida de terceros.
«Que el Sistema Penitenciario carezca de un centro específico de atención médica provoca que a los pandilleros se les traslade a centros hospitalarios donde se atiende a la población civil y en donde no existen las necesarias condiciones de seguridad», sentenció Celada. Entre los fallecidos están dos de los guardias que cuidaban la habitación de Cabrera, así como tres civiles, entre ellos un pequeño de ocho años de edad.
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