Alrededor del siglo VII, el aceite de nardo era un perfume sumamente valorado, pues el intenso olor embriagante de la planta originaria del Himalaya es difícil de domar. Para producir solo un litro de esencia era necesario prensar más de 100 kilos de nardo.
La fragancia que se extrae de la flor llega a resultar incluso narcótica, suave, penetrante, envolvente, animal y cautivante, por lo que se ha vuelto para los perfumistas objeto de adoración y temor.
Trabajar el nardo no es tarea sencilla, en general, no es fácil encontrar muchas fragancias que lo incluyan, pero lo que es seguro es que aquellas que lo contienen son de las más especiales y reconocibles en la perfumería de lujo.
Hasta el día de hoy, el nardo sigue siendo una de esas flores tabú con las que muy pocos perfumistas se atreven a trabajar pero el francés Patrick Guedj ha dado vida a una nueva historia de amor de Kenzo, en donde los personajes son más misteriosos, seductores y sensuales.
La creación que nació de esto fue Jeu D’Amour; fragancia que es retratada con delicadeza por la pareja de perfumistas Daphne Bugey y Christophe Raynaud, quienes han cuidado cada uno de los ingredientes que la adornan como las notas de granada y mandarina roja, además de haber tomado como base leche de sándalo.
Siendo el nardo la nota protagonista, provoca que Jeu D´Amour sea la entrada a un mundo apasionante para los sentidos, a un juego de cartas en un ambiente de total seducción en el que la mujer Kenzo reinventa el juego del amor día a día y el as bajo la manga es la botella diseñada por Karim Rashid al ser destapada.
La mujer Kenzo juega a seducir de esta forma para hacer perdurar el amor con los efectos que transforman el sentido del olfato; el símbolo de la mujer Kenzo permanecerá mientras el Jeu D’Amour exista.