La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la mitad de los ciudadanos de todo el mundo están expuestos a la malaria (del italiano medieval “mal aire”), una enfermedad transmitida por cinco especies de parásitos que se transmiten por la picadura de un mosquito, del género Anopheles. Si no se trata en 24 horas, hay una probabilidad elevada de que lleve a la muerte.
Cada año mueren entre 700 mil y 2 millones y medio de personas por la enfermedad, el 75 por ciento de las cuales viven en el África subsahariana: Durante el 2015, esa región acaparó el 90 por ciento de los casos. En esas zonas, especialmente los niños menores de 5 años, los lactantes, las mujeres embarazadas y los portadores del VIH corren un peligro aún mayor que el resto de la población.
Con el objetivo de prevenir y cesar la epidemia, la primera vacuna llegó a Kenia, Ghana y Malawi para iniciar pruebas a gran escala a partir del 2018. La inyección recibe el nombre de RTS,S, fue creada por la farmacéutica inglesa GlaxoSmithKline y “entrena” al sistema inmunológico para que ataque directamente al parásito. Si funcionan las pruebas, con las que se vacunarán a 750 mil niños (de entre cinco y 17 meses) en dos años, la OMS advierte que podría salvar “decenas de miles de vidas”.
De acuerdo con la BBC, todavía no está claro si será factible para usarse en “las partes más pobres del mundo”, ya que debe ser administrada cuatro veces, una vez al mes durante tres meses y finalmente una última dosis 18 meses después, además de que esa prueba completa únicamente se ha logrado en pruebas controladas clínicas.
Sin embargo, sea como sea, un primer intento siempre se recibe con brazos abiertos, sobretodo en una región donde se pensaba que la cura jamás llegaría y que estaban destinados a padecer ese mal el resto de sus días.
El doctor Matshidiso Moeti, el director regional en África de la OMS dijo que el solo “prospecto” de una vacuna significa una grandiosa noticia, ya que la información que logren recabar a lo largo de las pruebas los ayudará a “tomar decisiones para un uso más extenso de la vacuna” y lograr combinarla con las “intervenciones” que existen en la actualidad para lograr salvar más vidas. Aunque el nuevo medicamento es el más efectivo que se ha desarrollado hasta la fecha, no ofrece una protección absoluta contra la enfermedad.
El grupo de edades en el que la probarán —de los 5 a los 17 meses— ya obtuvo resultados, pues logró prevenir 4 de cada diez casos de malaria, además de reducir los “casos más severos” a un tercio y disminuye el número de niños que necesitan tratamientos en hospitales para transfusiones sanguíneas.
Mientras tanto, la OMS advierte que la vacuna, que logró pasar los ensayos anteriores en el 2009 y el 2014, debe implementarse a la par de otras medidas preventivas, como los mosquiteros especiales, insecticidas y los medicamentos que ya fueron aprobados para combatir la enfermedad.
Las naciones que fueron seleccionadas tienen altos índices de malaria, pero también han puesto en práctica muchas medidas preventivas, logrando avances significativos y esta primera vacuna podría ser el último paso para la eliminación definitiva de la enfermedad en esas regiones que además de los contagios deben hacer frente a índices de pobreza extrema, condiciones climatológicas arduas, hambruna, desnutrición y conflictos internos.
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