Durante el 2016, miles de mujeres decidieron abortar. Algunas porque no querían traer un niño más al mundo, otras porque no tenían dinero para mantenerlo, otras más porque sencillamente no quieren hijos. Por cualquiera que haya sido su motivo, acudieron a alguna de las clínicas de la Ciudad de México (CDMX) que ofrecen Interrupción Legal del Embarazo; en la capital mexicana no está criminalizada.
Pero al menos 245 de ellas recibieron pastillas abortivas de mala calidad, que les provocaron hemorragias, procedimientos incompletos e incluso, en algunos casos, la gestación continuó. Algunas de ellas estuvieron al borde de la muerte, pues como nunca expulsaron el tejido muerto, se quedó en sus adentros y eso dañó a otros órganos.
El Universal accedió a los expedientes de las 245 mujeres, las cuales tenían entre 21 y 42 años de edad, y corroboraron que los procesos médicos para suspender el embarazo habían fallado de una u otra forma. En tres casos, cuando las pacientes fueron internadas de emergencia en otros hospitales, les encontraron el embrión todavía con vida.
Para el rotativo mexicano, Ana, una de las afectadas por las pastillas defectuosas, cuenta que poco a poco se fue dando cuenta que no era la única que había terminado en el hospital por los insoportables dolores abdominales que experimentó. Así que decidió buscar a más mujeres que hubieran tomado las píldoras y juntas consultar a varios doctores para confirmar si, en efecto, les habían dado medicinas malignas.
Uno de los estudios que solicitaron, realizado por el Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México, confirmó que el fármaco, llamado Mefaprix, era de baja calidad y que «no cumplía con los requisitos mínimos para el aborto a diferencia del medicamento que usaron un año antes y que se sigue usando: Zacafemyl».
El problema con el Mefaprix es que no debió autorizarse jamás para venta comercial, pues de acuerdo con el estudio de la UNAM, contiene sustancias adicionales en “altas concentraciones”. Es decir, nunca debieron autorizarlas para su suministro en ninguna de las clínicas que ofrecen la suspensión del embarazo.
Al 70 por ciento de ellas les tuvieron que hacer un Aborto por Aspiración Manual, un procedimiento que resulta mucho más incómodo y que tiene repercusiones psicológicas para las mujeres que sólo querían abortar y sentirse seguras.
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