Los escándalos de dopaje durante los Juegos Olímpicos de Río 2016 conmocionaron al mundo. Atletas fueron abucheados y prácticamente todos los atletas rusos fueron vetados de los mismos por un presunto sistema de dopaje implementado por las autoridades de dicho país.
Los juegos donde algunos atletas como Michael Phelps o Usain Bolt destacaron han concluido, pero la fiesta olímpica en Río de Janeiro continúa.Ahora es tiempo de los Juegos Paralímpicos, la competencia donde los mejores atletas con capacidades diferentes se enfrentan con un único propósito: demostrar que las limitaciones físicas o mentales son sólo un obstáculo y no un impedimento cuando se quiere ser un deportista olímpico.
Pero llevar al cuerpo al límite tiene su precio y los atletas, con tal de romper récords, mejorar su rendimiento o destacar como los mejores en su área están dispuestos a realizar prácticas inimaginables.
Para los olímpicos, el dopaje consiste en utilizar hormonas y esteroides; para los paraolímpicos los métodos son bastante más salvajes.
Conocido como boosting, el dopaje paralímpico es principalmente utilizado por aquellos deportistas con lesiones en la médula espinal.
El motivo radica en que además del parálisis y la pérdida de sensaciones en los miembros inferiores, estas personas a menudo sufren problemas de tensión y de ritmo cardíaco.
Esto provoca que durante el esfuerzo realizado en las justas, los participantes en silla de ruedas no ven aumentada su frecuencia cardiaca a lo que el cuerpo necesita, por lo tanto su rendimiento es menor y la fatiga crece y evita que puedan realizar esfuerzos prolongados.
Con el objetivo de compensar esta deficiencia, lo que hacen es mutilar sus miembros insensibilizados para aumentar la presión sanguínea, mejorar el aporte de sangre a los músculos y finalmente, obtener un mayor rendimiento deportivo.
Las lesiones van desde romperse un dedo del pie, someterse a electrochoques, bloquear la sonda urinaria, utilizar botas muy apretadas en los miembros inferiores o torsión y aplastamiento de los testículos.
RIESGOS PARA LA SALUD
El boosting no sólo es una forma de trampa, también implica un grave riesgo para la salud. Los deportistas que recurren a esta práctica pueden sufrir de hiperreflexia autónoma, una urgencia médica común en las personas paralizadas por las infecciones que provocan.
El padecimiento provoca un brusco aumento en la presión arterial que puede desencadenar en un ataque cerebral o cardiaco mortal.
De acuerdo con una investigación de la Agencia Mundial Antidopaje y del Comité Paralímpico el 16.7 % de los participantes en la investigación admitieron haber recurrido al boosting para mejorar su rendimiento durante el entrenamiento o las competiciones.
Para Río 2016, tras el análisis en profundidad de datos de 160 atletas en los últimos años, el CPI decidió aumentar los controles el pasado mes de abril y desde entonces se prohíbe participar en competencias a cualquier atleta con una tensión superior a 160 mmHg, por los 180 mmHg de antes (presión arterial sistólica).
Los atletas están dispuestos a todo con tal de ganar un oro olímpico o romper sus propias metas. Sin embargo, poner en riesgo su salud o utilizar métodos ilegales para lograr sus objetivos nunca ha sido el objetivo por el cual las competencias olímpicas se organizan.
La finalidad primaria es competir, fomentar la disciplina, el entreno y la salud y descubrir quien, dentro de sus capacidades naturales, es el mejor.
*Con información: AFP