Doble viaje de regreso, a la competición y al podio: exactamente una semana después de retirarse de la final por equipos, la estadounidense Simone Biles volvió a pisar el gimnasio Ariake y, con la excelencia que exhibe desde hace ocho años, ganó la medalla de bronce en la final de barra de equilibrio, la única en la que ha participado en los Juegos de Tokio. Dos gimnastas chinas de 16 y 18 años, tan diminutas que vuelan sobre la barra, ocuparon las dos primeras posiciones. Guan Chenchen ganó el oro con 14.633 puntos, seguida de su compañera Tang Xijing, con 14.233, y de Biles con 14.000.
El regreso más esperado
Biles, que se retiró el día 27 de la final por equipos y no participó luego en ninguna de las otras cuatro para las que estaba clasificada, argumentando problemas de inestabilidad mental, ya ganó el bronce en este aparato en Río 2016. Recibida con mucho cariño por sus rivales, la estadounidense devolvió ese apoyo con un gesto de oro: mientras Guan hacía el ejercicio con el que la desplazaría de la segunda posición, Biles la animaba a voces desde la banda. La gimnasta estadounidense se marcha de los Juegos de Tokio con dos medallas, la plata del concurso por equipos que ganó la selección estadounidense y en la que ella solo hizo un ejercicio, el de salto; y el bronce de este martes.
Pese a estar prohibida la entrada de público en las instalaciones deportivas de los Juegos, unas 400 personas se distribuyeron por las gradas del gimnasio Ariake para asistir a la reaparición de la estrella que ha iluminado las ocho últimas temporadas de la gimnasia mundial. Mientras esperaba la salida a pista, Biles tiro un beso a la cámara desde detrás de su mascarilla e hizo la fila, con gesto tranquilo, entre Tang Xijing y su compañera Sunisa Lee. Cuando la megafonía anunció su nombre, suspiró muy hondo y sonrió antes de presentarse a las jueces.
Foto: EFE.
Volando sobre la barra de equilibrio
Simone Biles fue la tercera gimnasta en competir. Hasta que le llegó su turno, Biles siguió su costumbre de visualizar su ejercicio sobre una línea blanca dibujada en el suelo. Su ejercicio fue un despliegue de seguridad y limpieza. Hizo sus piruetas sin un desequilibrio y clavó en la salida un doble carpado. Se llevó la mano al pecho en señal de alivio y fue rodeada por sus rivales, que la abrazaron con cariño. Esperó tranquila su nota y aplaudió el 14.000 que la situaba en segunda posición, por detrás de los 14.233 de Tang. La prueba llegó a la última de las ocho finalistas, la pequeña Guan Chenchen, de solo 16 años -al límite de lo que se permite en categoría absoluta-, con esa misma clasificación.
Guan, animada por la estadounidense, a la que cita como su heroína, rompió las cuentas de las jueces con un ejercicio de dificultad 6.600 y ejecución 8.033. La suma de 14.633 le dio el oro. Al acabar la competición, el presidente del COI, el alemán Thomas Bach, y el de la Federación Internacional de Gimnasia, el japonés Morinori Watanabe, se acercaron a saludar a Biles, cuya crisis de salud ha sido seguida de cerca por ambos organismos.
Una semana muy larga
Tras su regreso, Simone Biles se mostró exhausta y aliviada de haber podido dar una gran noche en los Juegos Olímpicos de Tokio. Admitió que el riesgo de lesión era menor en la barra de equilibrio respecto a otras pruebas, por lo que de último momento decidió participar.
“Ha sido una semana muy larga, han sido cinco años muy largos. No esperaba conseguir una medalla. Solo quería salir y hacerlo por mí, y eso es lo que he hecho. Este bronce es más especial que el de la barra de equilibrio en Río. Lo apreciaré durante mucho tiempo. La única razón por la que competí fue por el tipo de riesgo en las piruetas. Sé que algunos de nosotros estamos pasando por las mismas cosas, y siempre se nos dice que lo superemos, pero todos somos mayores ya y podemos hablar por nosotros mismos. Al fin y al cabo”, dijo, “no somos un simple entretenimiento. Somos humanos, y hay cosas que suceden entre bastidores que también intentamos compaginar con el deporte”, reflexionó.
“En la barra el trabajo es fácil. Siempre he podido hacerlo. No pude salir en ninguna otra final, así que fue una mierda, pero pude competir por equipos. Bueno, el único salto que hice fue genial, pero luego, a partir de ahí, fue como ir día a día y ver cómo iba. Para las demás finales, física y mentalmente no era seguro que pudiera hacer las dificultades sin poner en peligro mi salud y mi seguridad. Tuve que ser evaluada médicamente todos los días y luego tuve dos sesiones con un psicólogo deportivo del equipo, pero he estado entrenando la barra todos los días”.
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Foto de portada: EFE.
Con información de EFE.