Lo primero que hizo al abrir los ojos fue ver unas orquídeas que, según describe The New York Times, eran preciosas, quizá las más preciosas que hubiera visto jamás. El contexto que estaba viviendo seguramente las hizo ver todavía más hermosas… ¿Por qué? Porque seguía viva para admirarlas.
Nathalie Birli fue atropellada por un hombre cuando iba en su bicicleta. Despertó y se dio cuenta que estaba secuestrada, con un brazo lastimado y sin conocimiento del lugar en el que estaba encerrada. Hasta ese momento, ella no sabía que gracias a los comentarios que haría después sobre las orquídeas de su secuestrador, quedaría en libertad.
¿Cómo pasó todo?
Nathalie Birli transitaba con su bicicleta por una vía ubicada al sur de Austria, cuando un automóvil la atropelló. Tratando de incorporarse, el hombre la golpeó de manera violenta y la arrastró lejos de su bicicleta, para después atarla, vendarle los ojos, subirla a su auto y llevarla hasta su casa, en donde la mantuvo encerrada dentro de un clóset.
Tras un desmayo, Nathalie se incorporó y lo primero que vio al abrir sus ojos fueron unas orquídeas. Resaltaban, de acuerdo a la narración que hizo al New York Times, de entre toda la suciedad que había en el cuarto en donde la mantuvo su secuestrador. “Una parte de mí pensó que mi vida había terminado”, dijo la ciclista de 27 años, quien tomó fuerza al pensar en su pequeño hijo.
“Pensé: ‘tengo que convencerlo de que puede salir de esto indemne, porque de otra manera no me habría dejado ir. Tenía que encontrar la manera de convencerlo de confiar en mí'”. De acuerdo a lo publicado, Nathalie dijo que él la obligaba a bañarse en un tina y cuando no quería hacerlo, sumergía a la fuerza su cabeza. No quería abusar de ella, incluso la misma víctima declaró que estaba segura que no sabía ni siquiera el objetivo de haberla secuestrado.
Las orquídeas la salvaron
En un momento en que se quedaron solos en silencio, lo primero que vio Nathalie fue las orquídeas y sin pensarlo, comenzó a hablarle de lo bonitas que estaban. “De pronto, el hombre empezó a hablar de cómo las cuidaba, que las regaba con agua de su pecera. De repente era una persona completamente distinta”, dijo ella. Y así creó un lazo de confianza. Le habló de sus abuelos, de las novias que lo habían traicionado, del alcoholismo de su madre.
El momento anímico lo aprovechó la víctima para escapar. “Le dije que podía ayudarle a hacer amigos, porque me parecía evidente que eso era lo que más falta le hacía. Sugerí que fingiéramos que todo había sido un accidente y que dijéramos que un ciervo se me había atravesado y que él me había encontrado y me había llevado a casa”.
Así lo convenció. Montó la bicicleta de Nathalie en el auto, la llevó a casa y ahí, ya dentro de su hogar, junto a su hijo y su mamá, cerró las cortinas e informó todo a la policía. Las autoridades, ayudadas con la computadora de la bicicleta de Birli, localizaron la casa del secuestrador, quien poco tiempo después fue encarcelado. En sus declaraciones, el hombre asegura que no sabe por qué es que secuestró a Nathalie.
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Fotos de portada: BBC.
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