A muchos nos preocupa el futuro que vamos a dejarles a nuestros hijos y nietos. Un futuro que pasa por cuidar el planeta, por revertir el cambio climático, frenar las emisiones de dióxido de carbono, entre otras acciones. Aunque existe una emergencia climática y parece ser que algunas administraciones se están poniendo las pilas, el futuro no es precisamente verde. Pero la sociedad, la gente, tiene el poder de cambiar las cosas si realmente hacen todo aquello que esté en sus manos para hacer de este mundo un planeta más habitable, e incluso hay quienes van más allá, pues esas ganas de cuidar el medio ambiente en vida, trasciende a la muerte. Y es que a sabiendas de lo contaminante que es la industria funeraria, se puede planear el propio entierro para que tenga cero impacto en el medio ambiente y afortunadamente, cada vez hay más gente así y cada vez hay más opciones para preparar un entierro ecológico.
Tal es el caso de la ciudad de Viena, quien ya cuenta con un llamado ataúd vivo, pues está hecho de hongos que se descompone sin dejar huella de carbón y que actúa de fertilizante natural, es la alternativa ecológica y económica que ha presentado este viernes una funeraria pública en la capital austriaca. Estamos orgullosos de poder ofrecer este nuevo ataúd en exclusiva. Durante siglos la gente ha sido enterrada en ataúdes de madera, pero con este nuevo entierro natural ya no habrá que talar árboles, afirmó Jürgen Sild, director de la empresa Loop, durante la presentación a los medios en el Cementerio Central de la ciudad.
Países Bajos y Austria, primeros en tener esta alternativa
Austria es el segundo país del mundo donde la empresa neerlandesa Loop comercializa este producto, que ofrece la posibilidad de que los restos mortales contribuyan al desarrollo del ecosistema del Cementerio Central de Viena, donde se ha habilitado un espacio para este tipo de enterramientos ecológicos. En este nuevo espacio sólo se podrán enterrar urnas y ataúdes orgánicos, sin metales o componentes sintéticos, para facilitar la descomposición y la regeneración del suelo. Bob Hendrikx, diseñador del nuevo producto, explicó que su objetivo es que los ataúdes dejen un impacto positivo en la tierra y no solo cicatrices en los seres queridos.
Las cajas están hechas de micelio, unos filamentos subterráneos de los hongos que crecen en siete días sin necesidad de luz o agua. Además, facilitan la descomposición de los cuerpos y son capaces de aguantar hasta 200 kilos de peso. En solo 45 días, se deshacen como fertilizante natural, lo que provoca un impacto positivo en el medio ambiente. Estos ataúdes cuestan 990 euros, frente a la gama de precios de entre 500 y 3.000 de los de madera, cuyo coste ha subido un 6 % desde el año pasado debido a la inflación y el encarecimiento de la energía. La compañía de Hendrikx ha vendido ya 300 ataúdes en Países Bajos y están negociando un contrato de hasta 200 unidades con la funeraria vienesa. Esperemos que muy pronto este tipo de ataúdes se vuelva una opción para más países y así contribuir un poco al medio ambiente dejando menos contaminantes cuando partamos de este plano.
Ref. EFE