Hace unas semanas el mundo se conmovió con el video de un orangután enfrentando a una máquina que destruía su casa con el fin de obtener aceite de palma. Para nadie, o muy pocas personas, es noticia nueva que casi el 50 % de todos los productos de los supermercados, esos de uso diario, contienen este aceite, un básico de las materias primas mundiales por su precio y modo de obtención; a pesar de que es rico en grasas saturadas y se le han comprobado desequilibrios nutricionales y un aporte del 0.4 % de la deforestación mundial.
Dados los procesos de industrialización de alimentos y cosmética y el consumo de estos productos en la vida cotidiana, las alternativas para el uso de aceites vegetales en grandes cantidades es complejo y poco alentador. Como muestra, la International Union for Conservation of Nature (IUCN) publicó un artículo llamado “Palma aceitera y biodiversidad” donde se analizó la conservación de la biodiversidad y los retos de sostenibilidad en la industria de este aceite.
Los resultados del análisis son contundentes desde el sentido de la conservación de la diversidad (porque cabe destacar que no consideró aspectos sociales): plantar aceites alternativos puede ser más peligroso que el impacto de destrucción que causa el aceite de palma, que no es menor. Indonesia y Malasia han consumido casi el 50 % de su selva por la explotación de esta materia prima vegetal.
Las cuentas cuadran si pensamos que Indonesia y Malasia son los dos principales productores de aceite de palma, en una industria que vale más de 40 mil millones de dólares. Y se hace más gordo el caldo cuando en 20 años la demanda se ha triplicado, al punto de sustituir a los aceites de soya y girasol.
El aceite de palma vale 40 mil millones de dólares. (Foto: Vanguardia)
Pero, ¿por qué es tan socorrido el aceite de palma?
Porque es capaz de crear productos sin color ni sabor, que aguantan elevadas temperaturas sin alterar sus componentes químicos y que, además, es poco agresivo con el cuerpo humano.
A modo de entender la trágica ecuación de los orangutanes versus el aceite de palma, lo más lógico es la reducción del uso del aceite de palma, pero no tan rápido, el aceite de palma apenas representa el 35 % del aceite vegetal del mundo y ocupa sólo un 10 % de la tierra del mundo que se destina a producir grasas de consumo humano.
Lamentablemente, intentar crecer la producción de otros aceites sería letal, en el caso del de girasol se necesitaría nueve veces más la tierra que la palma y desplazaría más rápido a la biodiversidad, provocando muertes masivas de orangutanes.
El estudio concluye que los orangutanes tienen mucho en contra dada la producción masiva del mundo posmoderno, que además se sostiene sobre una falta de voluntad política para cuidar la biodiversidad.
El 50 % de la selva de Malasia e Indonesia está consumida por la producción de aceite de palma. (Foto: Pixabay)
¿Qué es lo que hay que cambiar entonces? Los métodos sin deforestación ni explotación. Se lee difícil cuando hasta el método más “sostenible” de producción (ejemplo el aceite de coco) tiene fallas en los esfuerzos por cuidar el medio ambiente.
En resumen, no hay receta mágica, todavía, pero sí el pie para empezar a ser más responsables de lo que consumimos, y el poder de exigirle a los gobiernos y grandes empresas que sean responsables de lo que producen.
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