Carros del año, seguridad las 24 horas, viajes y chamarras de piel: algunos de los gastos innecesarios y absurdos que los senadores mexicanos hacen con nuestros impuestos.
No hay planes gubernamentales que pretendan aumentar el salario mínimo, impera la informalidad laboral y los productos que consumimos de manera cotidiana suben cada vez más de precio.
Mientras tanto, los senadores reciben montos por hasta 100 mil pesos de dieta mensual y además de ser los servidores públicos mejor pagados, también tienen la oportunidad de gastar cientos de millones de pesos en cosas absurdas y a todas luces innecesarias.
La mayoría de sus inversiones desembocan en conceptos que no los ayudan a mejorar sus labores o que no se justifican porque sean necesarias para realizar las funciones que les corresponden.
De acuerdo a los datos revelados en el “Informe sobre contrataciones en materia de obras públicas, adquisiciones, arrendamientos y servicios formalizados”, les resulta imperativo solicitar equipo para motocicletas: 120 mil pesos gastados en cascos, botas y chamarras de piel.
La seguridad es una de sus máximas preocupaciones, pues invirtieron más de 30 millones de pesos en la Policía Auxiliar para salvaguardarse: seguridad y vigilancia las 24 horas del día.
Utilizan el concepto de “pedidos” para solicitar casi cualquier cosa que se les antoje, como dos vehículos último modelo valuados cada uno en más de 200 mil pesos.
Tan sólo este último gasto de los senadores alcanzaría para pagarle un día a más de dos mil mexicanos que reciben salarios mínimos en el país: la Comisión Nacional de Derechos Humanos informó que en México actualmente (sobre) viven 300 millones de personas con el salario mínimo de 73 pesos.
Los gastos que desde siempre han puesto en la mira a la Cámara de Senadores tienen que ver con los viajes que realizan. En lo que va del año se registraron 38 viajes al extranjero y aunque sí disminuyó el número en comparación con el año pasado, aun así se gastó 3 veces más.
No obstante, el Senado todavía no presenta el informe donde se supone deben desglosar los destinos precisos y los costos de cada uno de los boletos comprados.
Algunos legisladores han intentado explicar este repunte en el costo de los viajes: las invitaciones que les hicieron llegar para visitar otras naciones incrementaron, además de que hay que tomar en cuenta el precio del peso frente al dólar.
La comodidad también les interesa, pues pagaron mucho efectivo por dar mantenimiento a los sillones de las salas donde sesionan.
Otros gastos ridículos de los servidores: audio y video; elevadores; aire acondicionado, abastecimiento y distribución de periódicos, vales de despensa de “amplia cobertura”, bocadillos y el que parece ser el libro más caro de la historia mexicana, valuado en 8 millones de pesos.
Los gastos innecesarios, absurdos e incluso ridículos que han hecho los servidores públicos más ricos del país con nuestros impuestos, a pesar de ser una situación grave, no impactan tanto como la ausencia de solicitudes a comparecer.
Hasta que eso no suceda, seguirán comprando equipo para motocicletas o invertirán un millón de pesos en bocadillos.
*Con información de: Excélsior, La Jornada.