“La poesía es el punto de intersección entre el poder divino y la libertad humana”.
– Octavio Paz
El 19 de abril de 1998 falleció el autor de la literatura que nadie puedo catalogar, ya sea por su lirismo o por su constante transformación, lo cierto es que este personaje dejó como legado infinitas y penetrantes letras; literatura que refleja su personalidad. Octavio Paz fue un poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano, Premio Nobel de Literatura de 1990 y es considerado como uno de los más grandes escritores del siglo XX.
El desarrollo literario del autor de El laberinto de la soledad se dio gracias a las diferentes experiencias que tuvo durante su vida: inicialmente, escribió textos en los que expresaba su preocupación social, hecho que se relaciona con la participación de su padre durante la Revolución Mexicana, más tarde, con sus estudios en las facultades de derecho, filosofía y letras, además de su constante participación como diplomático trabajando en las embajadas de India, Japón y Francia.
En 1943, durante su trabajo como diplomático en Francia, conoció a los surrealistas, personajes que influyeron en sus letras y con los que colaboró en la revista Espirit. Fue durante este periodo cuando publicó El laberinto de la soledad, libro reconocido por analizar la psicología y actuar del mexicano a través de su inicial y famoso cuestionamiento: “¿Quién anda allí? Y la voz de una criada, contestó: No es nadie, señor, soy yo. Entonces, ¿quién me contestó?”.
Después de su preocupación social, comenzó a tratar temas de raíz existencial como la soledad y la incomunicación. Sin embargo, una de las creaciones literarias más populares y características de Octavio Paz fueron los topoemas: poesía espacial que surgió a partir de su deseo por huir del tiempo. Los topoemas son la poesía en oposición a la poesía temporal y discursiva, este tipo de literatura es considerada como intelectual, minoritaria e, incluso, metafísica, en la que además de signos lingüísticos se incluyen signos visuales; en los topoemas se le da mayor importancia al poder sugerente y expresivo de las imágenes plásticas, en el caso de Octavio Paz, se dice, contenían símbolos esotéricos.
Octavio Paz estuvo en constante renovación; siempre al tanto de los cambios que se producían en la poesía y, tras tener contacto con estos, experimentaba hasta obtener “poesía profunda”. En cuanto ideología, el escritor sufrió varias desilusiones por parte del gobierno, tal fue el caso de la masacre de Tlalteloco, pues siendo el representante de México en la embajada India, en forma de protesta, dejó su puesto como una forma de demostrar su inconformidad. Más allá de su descontento y literatura, Octavio Paz murió como uno de los más grandes literarios del siglo XX, reafirmando así una de sus frases: Dime cómo mueres, y te diré quién eres.