El pabellón de México en la 55 Bienal de Venecia, que se llevó a cabo de junio a septiembre de 2013, abrió su espacio para La máquina Cordiox, de Ariel Guzik, quien hace de la música fenómenos naturales. Esta es una compleja máquina diseñada por el artista plástico, músico, investigador, científico, herbolario e inventor mexicano, para capturar todo tipo de estática y sutilezas del entorno y traducirlas en sonoridades cristalinas.
La máquina-instrumento de forma cilíndrica, con cuatro metros de altura, funciona con la entropía, es decir: nadie toca las cuerdas, ni los elementos que conforman la pieza para que ésta emita sonido, sino que produce música gracias a la energía que se genera por el ambiente que le rodea.
Desde la inauguración de La máquina Cordiox como representante de México en una de las muestras más importantes de arte a nivel mundial, surgió el interés de las autoridades del INBA de que el público mexicano experimentara la pieza que se llevó a la Bienal de Venecia. El lugar más adecuado, tanto por su vocación como por sus cualidades espaciales, resultaba, naturalmente, el Laboratorio Arte Alameda (LAA).
A partir del próximo 27 de febrero, el LAA inaugurará la exposición con la obra que se presentara en la edición 55 de la Bienal, donde estuvo ubicada en la ex Iglesia de San Lorenzo. “Cordiox estuvo muy determinada por la fuerza estética del espacio arquitectónico, un lugar en el que se dice que Vivaldi ensayaba sus conciertos. En el LAA, la máquina de Guzik estará en un espacio más neutro y más íntimo, será interesante experimentarlo de esta nueva manera”, dijo Itala Schmelz, curadora de la muestra que exhibe la pieza de Guzik y encargada, también, de la curaduría de la pieza durante dicha Bienal.