A partir de hoy, en el Museo Nacional de Antropología se presenta Keramika, materia divina de la antigua Grecia; esta exposición llega a México por primera vez con una colección procedente del Museo del Louvre. Conformada por casi 100 piezas, con una antigüedad de más de dos mil años, la muestra describe los ritos y el pensamiento de la cultura griega.
“La muestra permite que el público mexicano, en el marco de la celebración de los 50 años de existencia del Museo Nacional de Antropología, tenga la oportunidad de contemplar, conocer y aprender de una de las grandes culturas que nos acercan y nos permiten, al mismo tiempo, valorar la dimensión universal de la nuestra”.
Keramika. Materia divina de la Antigua Grecia aborda el universo de la mitología griega, el cual fue plasmado por los artistas griegos en escenas protagonizadas por dioses como Zeus, Hera, Apolo, Cronos y Dionisio, así como en acontecimientos mundanos como el matrimonio o los funerales.
La exhibición, que tras su paso por el MNA se presentará en junio próximo en el Convento de Santo Domingo, en Oaxaca, está dividida en tres secciones:
La primera introduce al público en la lectura del prolijo universo de la mitología en la Grecia antigua, mientras que las otras dos exploran las relaciones entre los dioses y los hombres, tanto en la esfera pública como en lo familiar y lo privado.
La especificidad de estas obras radica en el hecho de haber sido pintadas. La alfarería griega era famosa por su rico repertorio de formas, pero también por sus narrativas, que eran dibujadas por pintores que gozaban de contar historias en las vasijas.
Con una gran variedad de formas y tamaños, la alfarería ofrece una visión coherente de la vida religiosa griega. Este ámbito fue el cimiento que unió a los griegos a pesar de sus divisiones políticas, y sirvió, además, para preservar las prácticas locales que afirmaban la identidad.
El grupo más importante de piezas que se presentan son de la colección del marqués Giampietro Campana (1808-1880), dado que el Museo del Louvre adquirió, en 1862, más de tres mil piezas de cerámica antigua de su enorme colección.