Cuando pensamos en el fin de la humanidad generalmente nos remitimos a desastres naturales, guerras nucleares o en meteoritos gigantes estrellándose contra la Tierra.
Hoy entre las nuevas generaciones se está dando un fenómeno que podría resultar en una catástrofe para la humanidad y nunca la consideramos siquiera como una posibilidad: los jóvenes no quieren tener hijos.
De acuerdo con una entrevista que Vice México realizó a dos expertos en temas sociales, políticos y económicos esta generación ha llegado al récord histórico en las tasas más bajas de reproducción.
El continente europeo vive desde hace años una crisis por falta de personas jóvenes. Países como Suecia cuentan con programas, becas, facilidades e incluso incentivos económicos para que sus ciudadanos tengan hijos.Sabemos que comparar México con Suecia es totalmente ilógico e irreal, sin embargo, en países como en Japón donde el 40 % de las mujeres dicen no querer tener bebés; Dinamarca, donde los políticos han tenido que cerrar guarderías y escuelas por la falta de niños, o Canadá, donde la baja tasa de natalidad ha sido una constante por más de 40 años también se están dando esta tendencia de no querer tener hijos.
Particularmente en países tercermundistas como México, la causa por las que las nuevas generaciones no quieren reproducirse, se debe a la falta de recursos para poder dar una vida de calidad a su descendencia.
No se puede culpar la desmotivación de la juventud ante la idea de generar vida cuando las condiciones políticas, sociales y económicas del país donde viven son miserables. Sin embargo, por los motivos que sean, el resultado apocalíptico de ya no reproducirnos y eliminar a la siguiente generación del mapa acarrea las mismas consecuencias para todos.
Toda sociedad necesita de una población estable o en crecimiento para poder cumplir con las funciones sociales, políticas y especialmente económicas que un país requiere.
De acuerdo con la Dra. Amy Kaler, profesora de la estructura social en la Universidad de Alberta, si la humanidad dejara de reproducirse por completo, en 100 años nos extinguiríamos. Pero el problema no es cuando se llega al fin, sino el proceso por el que pasaríamos para llegar a éste. Las consecuencias económicas y demográficas serían terribles, pero el factor psicológico podría ser la parte más difícil de sobrepasar.
“Si la gente se volviera incapaz de tener relaciones sexuales o de dar a luz, probablemente veríamos una gran cantidad de conflictos, caos, dolor e infelicidad colectiva. La infertilidad o esterilidad pueden ser muy estresantes a nivel individual, y si lo multiplicas por la población entera, habría una gran cantidad de personas que sufrirían momentos difíciles,” asegura la Dra. Keler.Por su parte, la economía y la fuerza laboral se verían gravemente afectadas: primero caerían todas las actividades que dependen de los niños pequeños como tiendas para bebés y escuelas, para ir avanzando de arriba hacia abajo de generación en generación hasta que sólo queden personas viejas y la especie humana desaparezca.
*Con información de: Sin Embargo