Omar Juliá, de 36 años y de nacionalidad colombiana, trabajaba en el café-bar Txoko, ubicado en la comunidad de Tafalla, en Pamplona, en el municipio de Navarra, en España. Hace tres años, introdujo una cámara al baño de damas para grabarlas.
Su estrategia fue colocar la cámara en un falso enchufe que apuntaba directamente al inodoro. Desde ahí, el dispositivo que Omar había colocado, podría grabar las partes íntimas de las clientas de Txoko. Ahora, al ser descubierto, la fiscalía de Pamplona está solicitando al Palacio de Justicia, 333 años de prisión para este mesero, en información recopilada por el diario español El Mundo.
En total, Omar grabó a 326 mujeres, entre las que no sólo había clientas del lugar sino también trabajadoras y algún hombre que, extrañamente, llegó a utilizar el baño para damas. 137 víctimas han sido identificadas, 22 de ellas son menores de edad. Las denuncias que se han presentado ante la Fiscalía alcanzan 120, pero son las suficientes para exigir que a Omar se le sentencie a 333 años de cárcel.
¿Por qué tantos años?
Omar grabó desde agosto del 2014 hasta enero del 2015 a todas estas mujeres. De las 120 que presentaron la respectiva denuncia al ser identificadas, se le imputaron 98 delitos contra la intimidad. Por cada uno se piden 2 años y medio de cárcel. Hasta ahí, se suman 245 años. Se agregan, además, 22 delitos agravados contra la intimidad, de los cuales se pide un castigo de 4 años por cada uno, resultando 88 años. En total, Omar podría pasar en la cárcel 333 años, además de tener que pagar una indemnización a las mujeres afectadas, que alcanza los 176 mil euros.
Antecedentes
A finales del año 2016 en Corea del Sur, ante las crecientes denuncias de grabaciones no permitidas en contra de las mujeres y su privacidad, se desplegó un escuadrón de mujeres que revisaban los baños públicos en busca de cámaras que garantizaran que no las estuvieran grabando. A esta práctica se le conoce como “Molka”.
En 2004, cuando comenzaron a comercializarse los teléfonos más sofisticados en Corea del Sur, se impuso una ley en la que las cámaras emitieran un sonido para que las mujeres se percataran de que alguien estaba tomando una fotografía. Pese a que se pareció una medida exagerada, actualmente los smartphones que se comercializan allá, están imposibilitados para que los celulares no puedan tomar una fotografía sin que deje de emitirse un sonido.
Omar Juliá espera su sentencia. Las imágenes de las mujeres las tenía guardadas en la computadora del propio café-bar. Hasta el momento, no se sabe si las utilizó con otro fin que no fuera observarlas. Se desconoce que las haya publicado en alguna red social o que las haya subido a la red.
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