Un día al despertarse María Fernanda Ronces Porcayo no pudo abrir su ojo izquierdo y pensó que era la consecuencia del aceite que le había brincado unos días antes mientras cocinaba.
Pero, no se trataba de eso; era algo mucho más delicado.
La lucha de María Fernanda contra el cáncer
A sus 19 años y madre soltera de su pequeña hija, Aylín, de dos años de edad, María Fernanda no imaginó la gravedad del problema en su ojo. Sólo cuando empezó a perder el apetito y a sentir sueño todo el día, pensó que le estaba pasando algo extraño aunque hasta ese momento no había tenido ningún otro síntoma de alerta por la presencia del cáncer.
Después de varias consultas en el Hospital General de Cuernavaca, Morelos, donde ella vive, le realizaron una resonancia y varios análisis de sangre. Entonces, María Fernanda, se enteró que tenía un tumor en la cabeza que le comprimía el nervio ocular encargado de la visión.
María Fernanda y su hija Aylín. (Foto: Cortesía)
Los médicos la transfirieron al Hospital General de la Ciudad de México para que fuera operada un mes más tarde. Durante todo un mes permaneció internada en observación, acompañada de su hermana y lejos de su pequeña Aylín, de quien tuvo que separarse abruptamente para atenderse, dejándola al cuidado de su abuela. A decir verdad, durante esos días fuera de su hogar, lo que más angustiaba a María Fernanda era justo no poder ver ni cuidar de su pequeña.
El doctor le explicó a María Fernanda el procedimiento que realizarían en su cabeza. Ella sólo asentía con la cabeza, aunque no entendía del todo lo que le decían. Se puso en manos de los médicos. Lo único que quería era que el tratamiento terminara lo más rápido posible para regresar a casa con Aylín.
El miedo no apareció cuando le dijeron que tenía un tumor, ni cuando emprendió su viaje a la Ciudad de México, tampoco cuando le explicaron la cirugía, pero cuando después de una nueva resonancia le informaron que le iban a cortar todo el cabello antes de la operación, en ese momento sintió terror.
Sólo en ese instante vinculó lo que le sucedía con las imágenes de los enfermos de cáncer: “en ese momento entendí que lo que me pasaba era grave”, dijo.
Durante todo su proceso, su hija Aylín se convirtió en su fuerza, como el amuleto de una guerrera, la imagen de la niña cantando y la idea que pronto volvería a estar con ella la fortalecían.
Enfrentaría lo que fuera con tal de recuperar mi salud.
Las cosas se complicaban con los días. Antes de la operación uno de sus pulmones fue accidentalmente perforado mientras le instalaban el catéter, por lo que debió permanecer con una sonda. El procedimiento fue muy doloroso pero lo vivió en silencio para que su hermana no se preocupara. Después de la operación se quedó en terapia intensiva. El escenario que la rodeaba era devastador, personas con tubos y mangueras, con el cuerpo deteriorado. Lo único que deseaba era salir de allí.
La idea de morir y dejar sola a Alylin la aterraba, por ello durante los días en esta área “donde están los pacientes en situación más delicada”, María Fernanda no pudo dormir. Por suerte, los mensajes de cariño de su hermana y la presencia de su familia fueron vitales para ella y la impulsaron a seguir adelante.
‘Yo tengo que echarle ganas’, se repetía.
Su juventud y fortaleza interior le ayudaron durante la recuperación y una vez que terminó de drenar el pulmón fue dada de alta.
Cuando el médico le informó que el siguiente paso era un tratamiento de quimioterapia y después las radiaciones, a María Fernanda otra vez le invadió el miedo. Se aferró al recuerdo de su hija y al deseo ferviente que tenía de seguir viva para poder cuidarla.
Recuerda que el dolor del cuerpo pasaba a segundo lugar cuando pensaba en la importancia de no rendirse para regresar al lado de Aylín. El daño que el tumor provocó en el ojo afectó por completo su visión, sin embargo, tras la operación y la recuperación el dolor desapareció y María Fernanda no volvió a pensar en ello. No al menos durante seis meses porque en ese tiempo el glóbulo ocular empezó a salir de su órbita.
“No le hice caso”, dijo. Pero la que se preocupó mucho de verla con el ojo medio salido fue la madre de María Fernanda; logró que ingresara al Instituto Nacional de Cancerología (INCan), gracias a la ayuda de un entonces candidato presidencial. Así, María Fernanda recibió la primera quimioterapia y la dosis hizo efecto de inmediato en su ojo, que regresó aparentemente a su estado normal. Durante las radioterapias estuvo viviendo en la Ciudad de México con su tío Sergio, debido a que la aplicación era diaria. María Fernanda recuerda lo difícil que fue:
No podía estar mucho tiempo en el sol porque me ardía el ojo, la radiación me lo quemó.
El ardor y molestia en su ojo eran tales que cuando en abril del 2018 le informaron que era necesario extirparlo, ella lo aceptó sin problema. Tenía claro que lo más importante era mantener la vida y al menos conservaría el otro ojo para seguir viendo. Para restaurar el tejido y cerrar la órbita ocular le tuvieron que quitar piel de la pierna, que pronto recuperó.
Me decía en mi interior, ya no importa, voy a aguantar de todo por ella (por Aylín).
Durante el año y seis meses que duró el tratamiento se separó de su hija un mes, sin embargo, el ambiente y la actitud de los pacientes en la zona de quimioterapia era tan positiva que María Fernanda entraba con gusto. Allí hizo grandes amigos que se animaban mutuamente. Y al mismo tiempo tuvo experiencias dolorosas que la hicieron más fuerte. Su amigo más cercano de esa etapa, Emmanuel, de 26 años, falleció. Le queda su recuerdo y los ánimos que él le daba cuando el escenario se veía muy difícil y ella de repente ya no quería seguir.
Aylín, a su corta edad, también la animaba a su manera. Cuando se le cayó el cabello por las terapias, María Fernanda mostraba disgusto por su apariencia, y cuando Aylín lo notaba le hacía sentir su amor:
“Mami estás preciosa”, le decía. Esas muestras de cariño y ternura incondicional, obligaban a María Fernanda a pensar que era su responsabilidad recuperarse.
En una de esas muestras maravillosas de solidaridad, la pequeña Aylín le pidió a su mamá que la inyectaran igual que a ella. Ante la insistencia María Fernanda la llevó a que le aplicaran la vacuna de la influenza. Después del piquete y el dolor que sintió momentáneamente, le dijo a su mamá: “Ya no quiero ser valiente como tú”. Pero sí que lo fue, Aylín se volvió independiente a su edad: dejó el pañal sin ayuda, empezó a comer ella sola y se convirtió en el principal soporte emocional de su mamá.
Después de cuatro años de lidiar contra el cáncer, recuperó la salud y la fe. La enfermería será ahora su manera de resignificar la enfermedad.
Me puse en manos de los médicos y a nada dije que no. Lo único que quería era que todo terminara rápido para regresar con mi hija.
“Es cuando dices, Dios sí existe, no hay duda”, agregó.
Fundación Guerreros: ¿Cáncer? Estamos para apoyarte
La lucha de María Fernanda y la de su familia fue acompañada en todo momento por la Fundación Guerreros, una asociación que lidera Juana Ramírez desde 2017 a la fecha.
El caso de María Fernanda fue el primer caso de Fundación Guerreros, quienes cubrieron todos los gastos del tratamiento.
La probabilidad de salvarse de María Fernanda era muy pequeña, sin embargo, esa estadística fue revertida gracias al apoyo de Juana y su socios.
En más de cuatro años, Juana y su equipo han beneficiado a 508 pacientes en sus oficinas ubicadas en Río de la Magdalena 326, colonia La Otra Banda en la alcaldía álvaro Obregón en la Ciudad de México.
Fundación Guerreros es una asociación civil que apoya a pacientes con cáncer de bajo recursos que tienen acceso limitado a los servicios de salud en el país.
Durante su plan de apoyo 2020-2021, se enfocamos en pacientes mujeres con cáncer y mujeres embarazadas en el rango de edad de 15 a 49 años que padecen de leucemia, linfoma, hemofilia, sarcoma, mieloma, entre otros tipos de carcinomas para el apoyo en el pago de sus tratamientos. Así mismo ofrecen servicios de valor agregado a todos los pacientes con cáncer de cualquier edad.
Juana Ramírez, titular de la Fundación Guerreros (Foto: Cortesía)
Cáncer y coronavirus: la doble crisis que necesita de tu ayuda
Entre los servicios que ofrecen se encuentra el apoyo psicológico, sesiones uno a uno, terapia familiar, tanatología, nutrición, orientación nutricional, grupos de apoyos y talleres, actividades físicas, baile, yoga, rehabilitación, arte-terapia, pintura y manualidades, música, risoterapia entre otras.
Fundación Guerreros apoya a pacientes mediante las donaciones voluntarias y altruistas de la ciudadanía, sin embargo, en estos momentos necesitan de tu ayuda.
No es un secreto a voces que la pandemia y el cáncer acentuaron una doble crisis frente al difícil acceso a medicamentos, entre una lista de problemas para los pacientes en el país.
“Lamentablemente en la pandemia contamos cada día los fallecimientos por cáncer ante la falta de tratamientos, ante la falta de medicamentos, ante la imposibilidad de atenderse; es un momento de mucha sensibilidad y de preocuparse, y de comprometerse”, dijo Juana Ramírez, titular de Fundación Guerreros en entrevista vía telefónica con Cultura Colectiva News.
Juana señaló que la pandemia significa un reto individual y colectivo ante la crisis de coronavirus.
“Todavía la salud en México es un derecho limitado, y si es limitado no es un derecho. El acceso no es igualitario. Con esa premisa nació Fundación Guerreros para trabajar por los pacientes con cáncer”, dijo.
“Cuando una persona se enferma, también se enferma toda su familia, y también su economía”, agregó.
Señaló que durante la pandemia de coronavirus las necesidades de los pacientes con cáncer se incrementaron, mientras que el nuevo virus provocó una doble vulnerabilidad.
“La probabilidad de mortalidad por covid-19 en pacientes con cáncer aumenta hasta en un 75 por ciento. Los pacientes con cáncer necesitan un aislamiento riguroso”, aseveró.
Juana explicó que incrementaron las crisis de ansiedad y estrés de las pacientes durante la pandemia.
“Sí, para todos los seres humanos enfrentar la pandemia representa un momento que no puedes predecir, ahora imagina el reto de una enfermedad crónico degenerativa”, añadió.
Fundación Guerreros necesita del apoyo y corazón de la ciudadanía mediante donaciones, además el 100 por ciento de los apoyos van dirigidos a los pacientes, comentó Juana. También la fundación transparenta cada peso donado para que las personas puedan darle seguimiento a las pacientes con cáncer.
Fundación Guerreros contra el Cáncer tiene una página de internet y redes sociales donde podrás conocer más sobre tu trabajo, además las donaciones se convertirán en despensas de un mes para cuatro personas, incluido un paciente con cáncer, frente a la pandemia de coronavirus.
* Fotografía de portada: Unsplash. Fotografías internas: Fundación Guerreros.
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