Las teorías evolutivas van de la mano con el concepto de supervivencia: las vidas de nuestros antepasados se basaban en ella. Hoy los seres humanos tenemos el vicio (o la afición) de buscar e implementar en nuestras vidas todas aquellas estrategias que nos permitan vivir más años que los que las gráficas de esperanza de vida nos han destinado.
¿QUIéN QUIERE VIVIR MáS DE 100 AíOS?
Cada vez hay más estudios que intentan demostrar que las personas que hacen tal o cual cosa viven más. Algunos han descubierto que sin exigir mayores esfuerzos o cambios drásticos en los estilos de vida, los hábitos, que implican comportamientos no forzados, pueden sumar años de vida.
Con el simple hecho de abrir un libro, sumergirse en sus páginas e inevitablemente imaginar y recrear todo lo que leemos estamos fomentado esta supervivencia.
Los amantes de la lectura que acostumbran recitar pasajes y citas textuales de memoria o recomiendan la lectura de un libro en específico para cada una de las facetas sentimentales, filosóficas o educativas de sus interlocutores, ahora cuentan con más armas para defender su afición por las páginas empastadas.
LEER PARA NO MORIR
La Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale realizó un estudio durante 12 años con la intención de desvelar cuáles eran las ventajas de leer. Avni Bavishi, Martin Slade y Becca Levy presentaron los resultados en el artículo científico “Un Capítulo al Día: la Asociación de la Lectura de Libros con la Longevidad” en la revista Social Science & Medicine.
En conclusión, los lectores tienen más ventajas de supervivencia que las personas que no suelen abrir un libro, pues viven una media de dos años más. En comparación con los participantes del estudio que no leían, los que lo hacían más de tres horas y media a la semana tuvieron un 17 % menos de posibilidades de morir.
Para el estudio, los investigadores tomaron en cuenta factores que influyen directamente en los hábitos de lectura como la edad, raza, salud, depresión, empleo y estado civil.
¿QUé PASA CUANDO LEEMOS?
Los académicos afirmaron que hay dos procesos cognoscitivos involucrados en el proceso de lectura de libros que crean esa ventaja de supervivencia.
Para empezar, la “lectura profunda” provoca que el lector establezca conexiones con el resto de lo que está leyendo, lo ayuda a encontrar “aplicaciones” para el mundo exterior y lo obliga a hacerse preguntas sobre el texto que tienen en sus manos.
Este proceso cognoscitivo es lo que explica que el vocabulario, el razonamiento, la concentración y habilidades de pensamiento crítico mejoren tras la lectura de libros.
En segundo lugar, los libros tienen la capacidad de promover la empatía y la percepción social. Todo esto es lo que conlleva a la supervivencia al que se refieren. Sin embargo, estos efectos sólo aplican a la lectura de libros y no a la lectura de periódicos o revistas.
La lectura, entonces, no sólo transporta a otros lugares y épocas. Sus bondades van más allá de tener un mayor vocabulario y mejorar las técnicas de escritura.
“Después de que terminas de leer uno (un libro), sentirás que todo lo que leíste te pasó a ti, y después todo eso te pertenece: lo bueno y lo malo, el éxtasis, el remordimiento y el dolor, la gente, los sitios y cómo era el clima”.
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*Fuente: The Guardian, Science Alert.