Muchas personas viven y disfrutan la noche sin pensar que repercusiones puede traer una noche de copas para su cuerpo.
Mucho después de que te hayas acostado, y estés maldiciendo al amigo o amiga que ordenó esa última ronda de tequila, el hígado ya estuvo trabajando duro absorbiendo las toxinas que se han introducido en tu torrente sanguíneo.
Pero, ¿qué sucede cuando las noches del viernes empiezan a ser más frecuentes?, ¿hay alguna manera de saber si el hígado está empezando a mostrar signos de tensión tras años de fiesta?
A diferencia de la mayoría de los órganos principales, el hígado puede regenerarse después de haber sido dañado, ¡pero ojo!, esto no significa que se pueda abusar repetidamente de él, ya que las probabilidades de escapar de consecuencias por años de fiesta sin daño hepático importante dependen de cuánto hayamos o no tomado.
“Si alguien tiene 26 años y ha estado bebiendo mucho durante cuatro o cinco años, casi seguramente no ha desarrollado ninguna enfermedad hepática crónica que deba preocuparse todavía. Pero los años entre 25 y 35 pueden pasar rápidamente”, aseguró Steven Flamm, director médico del programa de trasplante de hígado en el Northwestern Memorial Hospital de Chicago.
Algo preocupante, aseguran médicos, es que uno no logre captar el daño hasta años más tarde. En ese momento, se tendrá que dejar la botella para siempre.
En algunos casos, las consecuencias son realmente aterradoras, un ejemplo sería una condición llamada hepatitis alcohólica aguda, que es una inflamación del hígado que incluye síntomas como dolor abdominal, náuseas y vómitos.
Pero antes de que te asuste, debes saber que la enfermedad hepática alcohólica se establece lentamente ya que en primer lugar, la grasa se acumula en el hígado, lo que hace más difícil para el órgano llevar a cabo funciones como la descomposición de medicamentos y la absorción de nutrientes de los alimentos.
Si la persona sigue bebiendo, continuará dañando o destruyendo las células del hígado, lo que conduce a una hepatitis completa, algo reversible. Pero una vez que se cruza la línea en la cirrosis no se puede dar marcha atrás.
La cirrosis no se desarrolla en todos los que beben mucho o abusan del alcohol por razones que no se entienden completamente.
“Algunas personas pueden beber 20 cervezas al día y nunca enfermarse, todo depende según el hígado. Entonces otras personas beben mucho menos y se enferman”, indicó Steven Flamm.
Algo que los médicos alertan es que cualquier otra fuente de estrés o tensión en el hígado puede provocar que el alcohol lo golpee con más fuerza.
Tener sobrepeso u obesidad también pone en riesgo a las personas de tener tejido adiposo infiltrado en el tejido del hígado, así como otras causas de daño hepático, incluyendo defectos congénitos e infecciones como hepatitis B y hepatitis C.
Desafortunadamente, cuando el hígado cae enfermo, a menudo no muestra ningún síntoma. Por lo general, la primera señal de advertencia es la fatiga, que es frustrantemente no específica, en otras palabras, podría ser debido a una enfermedad del hígado o simplemente podría ser que la persona esté privada de sueño.
Una vez que se está bastante lejos en el camino hacia la insuficiencia hepática, es probable que la persona tenga un color amarillento de la piel y los ojos, algo llamado ictericia. De igual forma la orina se oscurece y a medida que su hígado deja de eliminar toxinas de su sangre, afectan su cerebro, causando confusión.
En la actualidad no hay algún medicamento que pueda curar la enfermedad hepática crónica, pero sí existen algunos medicamentos que pueden aliviar los síntomas de cirrosis avanzada, como hinchazón, sangrado o confusión pero al final, el único remedio es la abstinencia completa del alcohol.
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