En 1810 Goethe propuso una interesante Teoría de los Colores que involucra a estos directamente con las sensaciones del ser humano; los colores dejan de ser sólo una percepción visual y se convierten en simbolismos relacionados con el contexto histórico y sociocultural del hombre. Cada tono se transforma en un elemento de asignación y representación en el medio, natural y como estructura social. Partiendo de esta idea, los colores se entienden como un lenguaje no verbal que representan conceptos con los que se abordan las distintas interpretaciones del mundo.
La Organización Mundial de Aduanas (OAM) inició con el desarrollo de una investigación global para indagar en la relación entre el color de las estructuras arquitectónicas y el desarrollo económico.
En el marco de la Bienal de Arquitectura, y con el apoyo de la marca de pintura: AkzoNobel, Rem Koolhaas, quien dirige OMA, dijo que el vínculo entre el color y nuestra reacción emocional hacia el ambiente arquitectónico está bien establecido. Pero no termina ahí. En la afectación de nuestros sentidos, el color tiene un impacto distinto en todas las variables que determinan la vitalidad de una urbe: en las esferas social, cultural y económica.
El proyecto busca posicionar al color en el entorno no sólo como una herramienta de mercadotecnia sino en sus impactos psicológicos y económicos.
A partir de la arquitectura, los colores se adueñan de creencias que determinan la existencia de diferentes sociedades, son la base de conceptos formados alrededor de la concepción del mundo en sus diferentes interpretaciones, además de las ideas que se adjudican a aspectos de la vida cotidiana como a los estados de ánimo, profesiones y celebraciones.