¿Dormir o tener sexo? ¿Tener sexo o dormir? Una de las grandes disyuntivas contemporáneas, en la época de las horas extras, de oficinas de hacinamiento y de la ciudad en plena contingencia ambiental. El cansancio aplasta, hoy todos prefieren la cama. Y sólo para dormir.
Sin embargo, ambas actividades están fuertemente ligadas. Dormir bien podría mejorar el desempeño sexual y al mismo tiempo, tener más encuentros sexuales podría ser un gran incentivo para dormir y descansar mejor.
De acuerdo lo que escribe Ian Kerner, terapista de pareja, en un artículo de la CNN, las mujeres mayores de 50 años que duermen menos de siete horas diarias “reportan ser menos activas sexualmente que las que durmieron más”.
Su sentencia se basa en un estudio de la Sociedad Norteamericana de Menopausia, donde se expone que la “perturbación del sueño” (dormir menos de siete horas al día), frecuente en la etapa que sigue al cese de la menstruación en la vida de las mujeres, puede interferir directamente con el nivel de satisfacción sexual de las mujeres. De los datos analizados, correspondientes a 93 mil 668 mujeres, únicamente el 56 por ciento afirmaron estar un poco o muy satisfechas con su actividad sexual.
Incluso, el estudio reza que la relación entre la duración del sueño y la calidad en cuanto a la satisfacción sexual permaneció igual aún cuando se “ajustaron” otras posibles causas de privación del sueño, incluyendo depresión o cualquier otra enfermedad crónica. Esto plantea una relación estrecha entre la menopausia, la falta de sueño y finalmente, la satisfacción.
La directora ejecutiva del estudio, JoAnn Pinkerton, explica que los encargados del cuidado de la salud deben estar al tanto de esa relación, ya que sí hay tratamientos efectivos que ayuden a las mujeres a combatirla, como terapias hormonales.
¿Y los hombres?
Mientras tanto Ian Kerner asegura que los trastornos de sueño también afectan a los hombres: Los que tienen el síndrome de apnea obstructiva del sueño, “una condición que implica que ronquen y que tengan dificultades para respirar”, tienen menores niveles de actividad sexual. Así como en el caso de la menopausia, ese mal también es hormonal y se atribuye a la menor cantidad de testosterona.
¿Y los jóvenes?
El terapeuta de parejas también menciona que un estudio reciente que analizó la relación entre el sueño y el sexo en estudiantes universitarios reveló que para los que tienen relaciones de pareja, “cada hora más de sueó correspondía a un mayor deseo sexual, más lubricación vaginal y un 14 por ciento de aumento de posibilidades de estar excitado al día siguiente”.
En general, todo esto revela que el estilo de vida (alimentación, niveles de ejercicio, horas de trabajo, horas de descanso) y las actividades cotidianas de una persona impactan directamente en su sexualidad. Kerner dice que una buena noche de sueño deja a las personas “renovadas”, con la energía suficiente para que se sientan bien a lo largo del día.
Pero la relación también se presenta a la inversa, pues una “sequía sexual” también puede empeorar el sueño y esto, finalmente, provocaría “un círculo vicioso de irritabilidad”. Así como dormir mal y poco nos quita las ganas de tener relaciones sexuales, de la misma manera, si empezamos a tener menos encuentros eróticos, entonces no estaremos relajados y “satisfechos” para irnos a dormir relajados.
*
Podría interesarte:
A todos nos gusta el sexo casual pero tiene serias consecuencias, según estudios
La terapeuta que receta “altas dosis de sexo” a sus pacientes con autismo
¿Por qué el sexo es mejor en la vejez?