Cuantas veces no hemos escuchado el dicho “la basura de unos es el tesoro de otros”, pues para los animales pudiera ser no solo un dicho, sino una posibilidad de supervivencia que está trayendo graves consecuencias en su forma de vivir y comportamientos.Durante miles de años los depredadores habían aprendido a evitar la raza humana, algo que se ha ido perdiendo ya que no sólo se acercan a ellos, también a su basura y sus desechos, haciendo de esta cercanía una alteración de su conducta.Especies como dingos, zorros, osos y hasta leones ya empiezan a tener diferencias genéticas respecto de sus congéneres salvajes, llegando al extremo de que científicos teman que esté en marcha una segunda domesticación de animales tan emblemáticos como el lobo.
Un ejemplo de esta alteración es que el perro no siempre fue el mejor amigo del hombre. Hubo un tiempo en el que los cánidos eran salvajes y no se relacionaban con los seres humanos, sin embargo los lobos terminaron siendo domesticados, un proceso que ocurrió en Europa hace más de 19 mil años.En el desierto de Tanami, en Australia, donde hay grupos de dingos alrededor de varias localidades mineras, donde tienen un acceso fácil al agua y la comida. A diferencia de los que viven alejados de los humanos, estas manadas son más grandes. Además, los investigadores comprobaron que eran más sociables, existiendo menos conflictos dentro del grupo y contra otros dingos o los humanos.
Estos efectos de la comida humana ya se están empezando a fijar en los genes del dingo.”Las consecuencias que habrá a gran escala aún no están claras, pero las poblaciones de dingos que viven en áreas urbanas y periurbanas podrían convertirse en poblaciones con una genética distinta”, asegura Thomas Newsome, ecólogo animal de las universidades de Deakin y Sidney.Thomas Newsome y otros científicos publicaron un artículo en BioScience, la revista del Instituto Americano de Biología, en el que establecieron paralelismos entre la domesticación ancestral del lobo y lo que está pasando ahora con el dingo y otros grandes depredadores.
Un ejemplo de otro depredador que mencionan los científicos, son las andanzas del Oso Yogui en Yellowstone y cómo le pierde la comida que traen los humanos al parque.Este ejemplo no es solo ficción de dibujos animados, pues cuando en 1970, se cerraron los vertederos del parque nacional de Yellowstone (EUA), la mortalidad entre los osos se multiplicó por cinco en los años siguientes.
Otro caso de domesticación se da en Irán, donde el análisis de las heces de los lobos muestra que, incluso en regiones ricas en presas silvestres, la dieta del lobo está formada en su mayoría por comida que encuentra en la basura, gallinas y ganado, la mayoría ovejas enfermas o muertas abandonadas por los pastores.”El abandono del mundo rural, los cambios legales y sociales en favor de la conservación han relajado esta presión de siglos y se están recuperando aquellos genotipos. Aparecerán linajes que verán a los humanos como inofensivos”, sentencia Daniel Oro, investigador del CSIC.