La homosexualidad en Rusia es un mal social, la “propaganda sobre relaciones sexuales no tradicionales” (gay) es tratada como contenido pornográfico, apto exclusivamente para mayores de edad. Los adultos (padres de familia, maestros, autoridades), tienen prohibido versar en defensa de los derechos de la comunidad LGBTI.
Para los gobiernos ultraconservadores, herederos de las ideologías arcaicas y rancias de la Unión Soviética, los homosexuales, lesbianas o transexuales son como la mala hierba. La ideología racista, de la Edad de Piedra, se ha expandido en toda la Federación y ha sembrado la semilla de la homofobia.
La comunidad médica rusa practica lo que la mayoría profesa e incluso se han dado a la tarea de desarrollar “tratamientos” para erradicar la homosexualidad, como si se tratara de otra enfermedad, meritoria de medicamento.
Tras la revelación de la existencia de “campos para homosexuales” al estilo Hitler en Chechenia —nación con mayoría musulmana en el Caucásico Norte—, las denuncias contra el abuso de autoridad han llegado a los medios internacionales. La última de ellas reza que los psicoterapeutas han optado por la hipnosis y los líderes clericales por la exposición al agua bendita para un “tratamiento” oportuno, aunque la Organización Mundial de la Salud haya eliminado a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales desde 1992 (y ya iba tarde).
De hipnosis y manipulación de sueños
Para la BBC, el psicoterapeuta de la ciudad de Nizhni Nóvgorod, Yan Goland asegura haber “curado” a 78 gays y ocho transexuales con un tratamiento desarrollado desde la Unión Soviética por su mentor, Nikola Ivanov. Duró entre ocho y 18 meses; para los transexuales se requiere más tiempo.
¿Qué es peor, el tratamiento que ofrecen los médicos añosos en mentalidad o que un paciente los busque porque saben que “necesitan” curarse? De acuerdo con Goland, “el paciente está lleno de esperanza, porque podemos ayudarle”. Y entonces les muestra casos de éxito, una comparación anatómica y psíquica del antes y el después.
El medio inglés explica que la primera fase del tratamiento consiste en reunir las fuerzas del terapeuta para “extinguir” los deseos de la persona por alguien de su mismo sexo. Una vez erradicada esa filia, pasan a la hipnosis, que se prolonga por hasta ocho horas. Esta fase emplea una mezcla de psicoanálisis y de “terapia de identidad” para “influenciar los sueños de las personas”.
Atracción forzada y otras calamidades
Finalmente, los solicitantes de tratamiento pasan por un proceso de “forjamiento”, en el que se les obliga a que sientan atracción por el sexo opuesto. Es una fase cavernaria que provoca que los pacientes vean como objeto sexual a las mujeres que los rodean (en el caso de los gays).
El doctor insiste en que una vez que pongan un pie fuera de su centro-reformatorio, “y caminen por las calles y vislumbren a las mujeres se sentirán interesados en su figura y seleccionarán a la mejor”. La combinación perfecta entre misoginia y homofobia.
Para algunos doctores, que ofertan sus servicios en decenas de páginas web, los instintos e impulsos humanos son un tipo de Desorden Obsesivo Compulsivo. “Cuando alguien tiene sexo gay, forman un nuevo camino en sus cerebros”, dice otro terapeuta, Nikolai Nikitenko, quien pretende “enseñarles” la forma correcta de comportarse, de reaccionar a los estímulos.
Bebidas curativas
La Iglesia, no es novedad, tiene una influencia poderosa en las decisiones del Estado cuando se trata de la homosexualidad. No sólo lo consideran “pecado”, una práctica aberrante e inmoral, sino que ellos han abierto su propio mercado de tratamientos. El padre Yevgeny Peresvetov, por citar un ejemplo, promete ayudar a que los gays rechacen por completo su sexualidad anormal.
Para él, la homosexualidad equivale a una adicción, que responde a una “hambruna espiritual” provocada por la ausencia de una figura paterna o una infancia violenta que sólo logra sanarse mediante el encuentro con dios y la adopción de él como el nuevo padre.
Hasta ahora, cientos de adolescentes, lo suficientemente valientes como para salir del clóset, fueron arrastrados hasta algún templo con el objetivo de sacarles el Satanás que llevan dentro. A muchos de ellos los cubrieron con agua bendita, ahogando sus pensamientos indecorosos en líquidos menos salvajes. A otros los obligaron a consumirla, como si se tratara de un brebaje todopoderoso, lo suficientemente efectivo como para erradicar una afición.
Ahora ellos están resignados, son súbditos de un régimen desgastado e incoherente, que no responde a ninguna lógica. Pero la psique es necia, se aferra a lo que nos toca más allá de las entrañas.
*
*
Podría interesarte:
Así torturan a los homosexuales en los campos de concentración chechenos.
Chechenia abre el primer campo de concentración para homosexuales desde Hitler.
Rusia acusa de extremistas a Testigos de Jehová y prohíbe su religión.
*