Las apariencias no sólo engañan, sino también sorprenden y más en temas de interés general actual como la ecología. Organizaciones como Greenpeace han denunciado que los grandes grupos editoriales llevan acabo prácticas abusivas con respecto a la integridad de los bosques más importantes del mundo.
Cualquiera que sea la manera de hacerlo, los directivos editoriales contratan empresas como Resolute Forest Product, donde ahora el negocio con casas editoriales resulta más jugoso que con las madederas. Entran con sus camiones a los grandes bosques boreales canadienses por la parte trasera y salen con una cantidad impresionante de leños y hojas, de un ecosistema de por si dañado donde el 50 por ciento de su fauna se encuentra en peligro de extinción por la desaparición de su hábitat, según Greenpeace.
Por ello, distintos colectivos y organizaciones ecologistas encabezadas por la canadiense Greenpeace, denuncian a Resolute Forest Product —la máxima productora de papel de prensa del mundo— de destruir los pulmones del ecosistema general.
La confrontación entre la compañía y Greenpeace ha desencadenado una serie de demandas uno contra el otro, donde la parte ecológica se apoya en la Ley contra Organizaciones Corruptas por Influencia en una demanda de hasta 300 millones de dólares canadienses, señalan abuso, soborno, extorsión y robo de información comercial.
Al mismo tiempo, Greenpeace acusa a los grandes clientes de la industria madedera, quienes son los principales consumidores y demandantes de la explotación forestal: las grandes editoriales estadounidenses como Penguin Random House, Harper Collins, y Simon & Shuster.
Además de la organización canadiense, se han sumado otros colectivos ecologistas como Le Amis de la Terre Canada, y Pacifist Ecollective, entre otros. Organizaron una petición a los autores, escritores y editores con el fin de recolectar firmas y detener los futuro ecocidios que se puedan imponer. Escritores como Naomi Klein, Margaret Atwood y JM Coetzee firmaron y apoyaron esta lucha.
En un evento organizado en Nueva York, Greenpeace instaló un stand para organizar un foro de diálogo en la BookExpo y explicarle a las casas editoriales cuáles son sus intenciones con respecto a su responsabilidad en las agresiones a los bosques canadienses, así como para demostrar que ”no son enemigos de la cultura ni del importante hábito de la lectura”, así lo describió Rodrigo Estrada, portavoz de Greenpeace.
Por tal discurso, las editoriales adoptaron sin querer una postura impopular, por lo que se posicionaron verbalmente a favor de la campaña de Greenpeace, quienes acusan a los directivos de recitar palabras vacías y sin sustento.
Los intentos por callar a Greenpeace, se opacaron tras el efecto que surtió en la opinión pública general, ahora el descontento con las editoriales es generalizada donde grupos civiles han llamado al boicot de la industria.
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