Todo está listo. La invitación se envió. Las notificaciones de asistencia de los participantes a la reunión están llegando. Se sabe que será en un departamento exclusivo, en un lugar demasiado íntimo.

Lo necesario para una fiesta sin precedentes está listo: diez hombres, de entre 20 y 45 años; alcohol, drogas y disposición para no salir del departamento durante 72 horas. Serán tres días intensos en los que el sexo se disfrute la mayor cantidad de veces posible a través de un coctel de tres sustancias sintéticas, entre ellas, la mefedrona, la más adictiva.

Ellos están listos para ser parte del “chemsex”, una práctica sexual que tiene en jaque a las autoridades sanitarias de Estados Unidos, Gran Bretaña y España, entre otros países, los cuales ya detectaron la realización de esta actividad en sus diversas ciudades.

El sexo químico, mejor conocido como “chemsex” (Chemical Sex), surgió en Estados Unidos y entró a Europa a través de Gran Bretaña. Al inicio, los estudiosos no le daban demasiada importancia a las reuniones en donde el sexo, el alcohol y las drogas se mezclaban, pero el “chemsex” llamó su atención al ser una práctica que debe ejecutarse durante dos o tres días seguidos sin parar.

El “chemsex” no se delimita a homosexuales. La práctica la puede realizar cualquier persona con cualquier preferencia sexual, aunque se ha presentado mayormente en la comunidad gay.

Todo comienza a través de Grindr, una aplicación móvil dirigida a homosexuales con más de siete millones de usuarios en el mundo, quienes deben tener activado el servicio de geolocalización. Una vez concretada una cita con el organizador del evento, se da el visto bueno y, si es aprobado, es invitado a una de estas reuniones.

Tres son las drogas utilizadas durante el “chemsex”: la mefedrona, la metanfetamina de cristal, conocida como “tina” y la GHB/GBL, que son hidroxiburato y butirolactona y que es llamada solo “G”.
La mefedrona y el cristal incrementan la sensación de euforia y la agitación sexual. “G” es potente para desinhibir.

Estas sustancias sintéticas, en cualquier combinación entre sí, tienen un efecto que estimula de manera sexual. El plan es pasar 72 horas teniendo relaciones sexuales con distintas personas después de consumir este coctel sintético que no permite parar ni para comer y mucho menos para dormir.

Una de las consecuencias que supone consumir estas drogas combinadas es que la percepción del peligro disminuye, provocando que se decida no usar el preservativo durante el sexo, aumentando la posibilidad de contagiarse de alguna enfermedad de transmisión sexual.

¿Los efectos de las tres drogas combinadas? La euforia es la primera en aparecer. La energía se incrementa y la sensación de estimulación también aumenta. La hostilidad desaparece y los sentidos se vuelven más sensibles, subiendo el nivel de percepción de todo lo que haya alrededor como la música o las luces.

Médicos e investigadores aún no establecen las consecuencias de practicar el “chemsex”. La práctica se asocia incluso a problemas emocionales como la falta de autoestima. Al consumir estas drogas los participantes se sienten sexualmente liberados, superando así el pudor o la vergüenza.

Aunque el “chemsex” no es considerado clandestino, las autoridades sanitarias europeas están atentas a su desarrollo, ya que de continuar realizándose, se teme un despunte del VIH en el viejo continente.

El “chemsex” incluye también jeringas con las que los participantes se pueden inyectar directamente la mefedrona para que el efecto sea más rápido y tenga mayor impacto en el cuerpo. El riesgo es que esa misma jeringa es utilizada por todos los invitados a la reunión.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, publicados a través del portal El Confidencial, en Europa se registraron más de 153 mil nuevos casos de hombres contagiados por VIH, 7 por ciento más respecto a los datos del 2015, la cifra más alta desde 1980.

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