Corría el año de 1616 y Cervantes se encontraba ya cansado y enfermo de diabetes, termina de escribir Los trabajos de Persiles y Segismunda y sólo entonces, el 22 de abril del mismo año, permite que la muerte lo acompañe, cual si fuese su fiel escudera, a recorrer juntos los siglos por venir, seguidos muy de cerca, eso sí, por el incansable Don Quijote y su leal Sancho Panza.
Ahora, un grupo de investigadores que buscan los restos de Miguel de Cervantes en la iglesia de las Trinitarias de Madrid, donde se han localizado cinco puntos en los que se cree pudo ser enterrado; entre ellos la cripta de la iglesia, por donde comenzarán las labores de rastreo al tratarse del lugar de más fácil acceso.
El estudio de la estructura y el subsuelo de la iglesia donde fue enterrado Miguel de Cervantes en 1616 se presentó hoy por el georradarista Luis Avial, el historiador Fernando de Prado y el forense Francisco Etxeberría quienes son los encargados del proyecto.
Las características de los restos óseos de Cervantes deberían ser, según el forense, los de un “individuo de unos 60 años, con una patología en la mano izquierda que tenía deformada, y con solo seis dientes”. Aunque el análisis de ADN sería muy complejo, el profesor no descartó hoy llevarlo a cabo más adelante, en una tercera fase, si fuese necesario.
El proyecto comenzó el pasado 28 de abril con un rastreo mediante infrarrojos y georradar de la iglesia conventual de las Trinitarias de Madrid, ubicada en el barrio de las Letras, que dio como resultado el plano tridimensional presentado hoy que fija los cinco puntos donde puede reposar el padre de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha .
Pese a que los investigadores aspiran a concluir la búsqueda en 2014, el historiador Fernando de Prado dijo hoy que el camino “no ha hecho más que empezar”.
El equipo mantiene la “ilusión” de hallar a Cervantes casi 400 años después de su muerte -en 1616- en el mismo lugar donde pidió ser enterrado, un deseo que se debió a la gratitud que el escritor tenía hacia la orden Trinitaria, que le rescató de su cautiverio en Argel.