Ivonette Balthazar, de 67 años y originaria de Rio de Janeiro, corrió este domingo lo que para ella es un maratón: una carrera de tres kilómetros en Copacabana, Brasil. Sin embargo, su historia es única, ya que hace 13 meses luchaba contra una enfermedad en el corazón, producida por el exceso de nicotina, y hoy goza del transplante de corazón de un medallista olímpico alemán que murió hace un año.
Eso impulsó a Ivonette a cruzar la meta a pesar del nerviosismo de participar en una competencia deportiva, con el órgano vital de alguien más. «El corazón de un atleta dentro de mí, es la esperanza de una persona joven», dijo al Huff Post en la línea de salida, antes de competir.
*Foto: sport24
Con mallas deportivas, tenis para correr morados y con el número 2799, Ivonette portaba un papel rojo en forma de corazón pegado a su camiseta deportiva. En la competencia, una de las carreras más populares y solicitadas del famoso paseo marítimo en Rio, participaron cientos de personas de todas las edades.
La vida Ivonette cambió cuando sufrió un infarto en 2012, consecuencia de su baja actividad deportiva, su adicción al cigarro y años acumulados de estrés y trabajo duro, que hicieron que su corazón llegara a penas a 40 latidos por minuto, a pesar de estar en la lista para trasplante de corazón.
No fue hasta el 15 de agosto de 2016 cuando recibió una llamada del Instituto Nacional de Cardiología de Rio informándole que el entrenador del equipo olímpico alemán y medallista en Atenas 2004, Stefan Henze, había muerto en un accidente automovilístico y que su corazón de 35 años sería destinado para ella.
Stefan Henze medallista olímpico en Atenas 2004 *Foto: AFP
«Si no fuera por el corazón de Henze no podría estar aquí compitiendo. Esta carrera fue en reto para mí y para él, donde quiera que esté», dijo Ivonette al finalizar la competencia.
Para mantener el corazón en forma y adaptable a su cuerpo, la mujer de 67 años asiste regularmente a fisioterapia para realizar actividades tanto físicas como respiratorias. Al inició sólo caminaba por miedo a correr y que el corazón no le respondiera, hasta que progresivamente ganó confianza aumentando la calidad de su condición física y la velocidad.
Ivonette dijo que estaría encantada de conocer a la familia de Henze para agradecerles y abrazarlos. «Me da pena ya que ellos aún lidian con la pérdida de Stefan, pero deben saber que una vida lleva a otra mejor. Los dos estamos aquí», dijo Ivonette refiriéndose a Henze mientras posaba con la medalla de finalista.
«Esta medalla de oro es para mí y para Stefan», dijo la finalista mientras mordía el metal como se acostumbra en juegos olímpicos.