*Todo lo aquí expresado es responsabilidad de la autora.
La estación favorita de Paco para dar arrimones es Tacubaya. En segundo lugar Pantitlán. Los mares de gente transforman a los viajantes en bestias apresuradas y quejumbrosas. Pero uno que otro luce sereno. Paco es de esos, de los de semblante tranquilo, y es que sabe que tarde o temprano le va a tocar su tanda. Para los fetichistas subterráneos viajar en las entrañas de la urbe no sólo se trata de llegar a sus destinos a tiempo (y apañar un lugar en cualquier vagón en el camino); la magia también consiste en que alguien les de un arrimón.
SUCH PERVERTS!
No, no son perverts, porque en este caso específico, el vaivén errático de los genitales es consensuado. Paco es froteurista, que es como ser voyerista pero con más interacción, con más “mamaseo”. El fouterismo –palabra derivada del francés frotte – es una parafilia, que significa literalmente eso: rozar, frotar, juntar los cuerpos en un vaivén erótico. Coloquialmente ese acto de perreo en mute se conoce como (el sagrado) arrimón.
Aunque los fouteristas son señalados como unos outsiders pervertidos que atracan a sus víctimas y las acosan sexualmente, lo que él hace está agendando previamente y tiene la autorización de la “damisela” en cuestión: “No soy un violador, estos arrimones son previamente consensuados”, dice un poco indignado y también un poquitín cínico.
Los fetiches de Paco
Es así como el hombre de 27 años, de porte de metalero finlandés, se hace un chongo delicado en su mata de Daniela Romo antes de aventurarse en la travesía cotidiana de recorrer el inframundo de la ciudad y, si corre con suerte, encontrarse con “su” mujer, con la que previamente pactó ese arrimón que lo sacará de la triste rutina en la ciudad más apestosa del mundo.
Y si no lo logra al final siempre llega a su destino final: “Eso siempre es lo importante, llegar, ir y venir… venirse”.
Las entrañas del Sistema de Transporte Colectivo de la Ciudad de México tienen características infernales no sólo porque en verano y con los ventiladores jodidos el bochorno y el sopor persiguen como federal en la frontera norte, sino porque los pecados están a la orden del día. Cada estación es una nueva oportunidad para que Paco aproxime sus carnes lacerantes a las de otra mujer… una lady como tú.
Previamente, contacta a las mujeres que desean sentir un poco de virilidad en medio del aburrimiento (literalmente, eso le han dicho) en una página de Facebook llamada Arrimoncmetrooff, que de acuerdo a la descripción que tienen en su página web, son una comunidad “creada y dedicada para consensuar arrimones en el metro de la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey a personas mayores de 18 años, regidos bajo una normativa estricta para garantizar la seguridad, integridad y discreción de quienes gustan de tener un viaje placentero (enfocado a las damas) con personas confiables, respetuosas y responsables con el fin de disminuir el acoso que sufren a diario las mujeres”.
Paco es superresponsble y mucho más respetuoso y confiable. Una vez contactada su dama, quien a través de un mensaje privado le dice qué ropa estará usando el día del encuentro, además de enviarle una foto de su cara para ser reconocida fácilmente, se lanza a la aventura.
Llega a la estación, busca a su mujer y se le acerca como un felino en la Sabana africana. Ella lo espera y asiente: la señal de que está lista para que se le acerque “peligrosamente”. Entonces él se va internando entre la multitud y le llega por delante o por detrás, dependiendo de lo que ella le haya dicho que prefiere. Y comienza el vaivén que tanto disfruta.
Es como coger pero sin la necesidad de quitarse la ropa, sin ese ritual previo de llegar, seducir, prender y meter. La gente no me entiende pero yo les digo que es sencillo: Me gusta sentir las nalgas de una mujer durante mi recorrido. Hoy es lo que me ayuda a sobrellevar un día en este lugar de mierda y de salarios mínimos.
Paco también me dice que es lo mejor que ha descubierto, “una comunidad de personas tan perturbadas” como él y que gozan de su sexualidad sin las premuras actuales ni la corrección política, que no deja que nadie se dé si eso no es lo que de verdad desean.
Va más allá de “sentir rico”. Desde la tercera vez que pactó un encuentro, el arrimón se convirtió en una especie de ritual, el día que él sabe que va a hacerlo se prepara como quien se prepara para ir a trabajar a una fábrica y sabe que sus movimientos serán mecánicos. Su labor debería ser igual de digna que las de un técnico o un escritor. Y como cualquier oficio, si no se hace a diario el gusto y el sazón se van desgastando.
Y entonces, sólo por ese día, ambos se habrán salvado del aburrimiento y habrán ganado un recorrido placentero… Próxima parada: Indios Verdes.
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