Delgada, con la mirada brillante y el cabello negro que deja asomar muchas canas desde la raíz. Llaman la atención los tatuajes oscuros que tiene a lo largo de los brazos y en el pecho.
María Fang-od Oggay es la abuela de Buscalan, una aldea en Filipinas que alcanzó la prosperidad gracias a su trabajo como tatuadora desde hace ya varias décadas.
Ella sola llevó hasta lo más alto a su aldea, tierra que actualmente es visitada por miles de personas alrededor del mundo, que buscan llevar en su piel un diseño de la anciana que ya goza de fama internacional.
Su práctica es ancestral. Proveniente de la tribu Butbut, del grupo étnico Kalinga, en el norte de Filipinas. María despierta muy temprano para mezclar hollín de pino con agua para elaborar la tinta. Moja una espina de un árbol de cítricos, la inserta en un pequeño junco y está lista para comenzar la jornada. Al pie de su cabaña ya tiene una fila de entusiastas turistas que quieren ser tatuados por la mujer que también es conocida como Whang-od.
Es la única sobreviviente de la tribu que con la llegada de los españoles en 1521 a las islas que después serían Filipinas, desapareció junto con los tradicionales tatuajes.
Las doctrinas católicas no ayudaron mucho para que sus costumbres permanecieran en las islas, pero Whang-od no cesó en su intento por preservarlas y enseñó a sus nietas y bisnietas también a tatuar.
Su trabajo fue conocido en el mundo gracias al documental estrenado en 2009, “Tattoo Hunter”, filmado por el antropólogo estadounidense Lars Krutak. A partir de ese momento, miles de personas quisieron conocer aWhang-od, quien con su trabajo fomentó el turismo en Buscalan, ayudando a que la aldea prosperara de manera inesperada.
En 2010, la cifra de visitantes a la provincia de Kalinga, alcanzaba los 30 mil. En el último conteo realizado en 2016, los visitantes sumaron 170 mil, cinco veces más de lo que se registró hace siete años, según el diario estadounidense The New York Times.
Gracias a su trabajo como tatuadora, pudieron construirse en la aldea pequeños hostales, un restaurante y varias tiendas en donde se pueden adquirir productos enlatados y recuerdos del lugar.
Video YouTube, Alfo van Schijndel.
Se pavimentaron algunas calles y se colocaron techos de estaño para reemplazar a los de paja que tenían algunas viviendas.
No sabe cuántos años tiene. Dicen sus familiares que alcanza los cien años y con esa idea todos se quedaron. Whang-od enseña ahora a las nuevas generaciones a tatuar, no sólo para ayudarse con tanto trabajo, sino también para preservar las tradiciones de la tribu Butbut.
Curiosamente, uno de sus aprendices es descendiente del hombre que tatuó por primera vez a María. Quiere seguir con esta costumbre ancestral para que no se pierda, como alguna vez pasó en Buscalan a la llegada de los españoles en 1521.
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