El olor a carbón quemándose en el anafre era fuerte. Josué lo seguía; si llegaba a él encontraría un poco de calor que hiciera que el entumecimiento de las articulaciones disminuyera tan sólo un poco. El olfato lo traicionó y en cambio, lo llevó a donde estaba Gabriel, uno de los tantos compañeros que se juntan con él a las afueras del deportivo del municipio de Jaltenco, en el Estado de México
Gabriel llevaba un poco de pegamento en una bolsa de plástico, inhaló tanto como sus pulmones se lo permitieron y enseguida pasó la sustancia a Josué, quien prefirió con el olor del pegamento quitarse no sólo el frío, sino también el crudo pensamiento de pasar un día más sufriendo la discriminación por ser drogadicto y, además, formar parte del alto índice de pobreza en nuestro país.
Lo que sucede con Josué en el Estado de México es también reflejo de lo que pasa con miles de adictos al pegamento en la Ciudad de México: viven en un lugar improvisado con lonas y se recuestan entre hojas de periódico y cartones que alguna vez formaron cajas para transportar huevo. Ahí, cuando cae la noche, cierran los ojos y duermen sin conocer que son parte de una población de adictos al pegamento que cada día va más en aumento.
*Foto: La Bandera Noticias.
En 2016, la asociación civil Caracol registró la muerte por causa de las drogas de al menos 31 personas en situación de calle en la CDMX, misma que se calcula en unos 4 mil 500 adictos. Según datos revelados en la última Encuesta Nacional de Adicciones, publicados por el portal Sin Embargo, casi el uno por ciento de los mexicanos probó alguna droga inhalable. El consumo se disparó hasta el 7 por ciento, con lo que rebasó al de la marihuana.
*Foto: El Debate.
Caracol atiende a cerca de 60 indigentes semanalmente y la mayoría coincide en que inhalar el pegamento los hace olvidarse de su realidad, una en la que generalmente hay abusos sexuales, maltrato físico o humillaciones. Quienes se han tratado en Caracol, tratan de subsistir a través de la venta de dulces o de vigilar autos en las calles.
«Te echas unas monas y todo se te olvida», aseguró a EFE Rodolfo Mejía quien vive en la calle desde los once años e inhala pegamento desde los trece. Una de las problemáticas a erradicar de manera tajante, dicen los encargados de Caracol, es la regulación en la venta de estas sustancias. Siguen siendo de fácil acceso y más para los jóvenes.
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