El sueño de muchos sería que te paguen por viajar, conocer el mundo y hospedarte en cómodos hoteles, pero qué tal si el precio por esas vacaciones fuera entrar como gángster a un negocio ilícito.Una señora, abuela de 66 años de edad, se lo cumplió a las integrantes de una banda de contrabandistas de oro en Japón. Todas eran mujeres que retomaron los delitos de antaño, como traficar con joyas pegadas al cuerpo o cosidas a la ropa.En la nación nipona la venta de oro, sin pagar impuestos como detalla El País, significa ganancias para el crimen por millones de dólares. Es ya una realidad que la gente está comprando oro ilegal.¿Cómo lograron estas “abuelas criminales” evadir a las autoridades japonesas? Metiendo el oro en pequeñas cantidades y en repetidas ocasiones a través de bolsitas cocidas a su ropa interior, o hasta en barras que adhirieron a las plantas de los pies.Así ocurrió con la detención de cinco mujeres de entre 50 y 60 años, quienes intentaron ocultar en su ropa unos 30 kilos de oro, que en el mercado se venderían en 1.2 millones de dólares.Las adultas mayores viajaban desde Corea del Sur, y la señora que era su líder confesó que este tipo de viajes llevaba haciéndolos hacía unos tres años. Como pago, los contrabandistas les costearon a las “viejecitas” vuelos, hospedaje y de 200 a 400 dólares por cada medio kilo de oro.Los índices de criminalidad en Japón son muy bajos y la envidia para muchos países, pero en sólo unos cuantos años, el número de personas detenidas por delitos menores creció 40 veces.Es por ello que actividades como defraudar o robar son comunes entre los japoneses. Muy lejos de otros países donde los crímenes que lideran en sus calles son asesinatos o asaltos a mano armada.Otro crimen más con oro fue cuando una banda de ladrones se disfrazó de policías para hurtar el metal, decomisos en botes pesqueros y jets privados, así como una banda que, según las autoridades, la lideraba un ama de casa.¿Por qué prefieren este delito los japoneses? Porque no es violento, no implica víctimas y no es necesario que el infractor esté armado. Además, se castiga con menos años de cárcel, a diferencia del trasiego de drogas.Según un criminólogo de la Universidad de Economía y Derecho de Osaka, Takahisa Urushibata, en la mente de un delincuente el contrabando representa sólo una manera de ganarse un dinero extra, algo así como un empleo de medio tiempo.
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