Los esclavos afroamericanos atrapados en campos algodoneros estadounidenses, esposados y sometidos a jornadas laborales espaciadas unas de otras por un breve periodo de “descanso”, condenados a reposar en barracas sobre petates, cubiertos con hojas y cortezas de los árboles marchitos, en áreas minúsculas y raquíticas que los sometían al hacinamiento como animales en granjas o criaderos.
La esclavitud no cesó con ningún decreto ni ninguna misiva. Los jornaleros de Baja California, los granjeros de Brasil o los trabajadores oficinistas convencionales que son obligados a extender sus horarios hasta alcanzar 12 horas al día condenados a sus cubículos de 2 por 2 son considerados los “esclavos modernos”, los invisibles, ignorados porque nadie cree que esas prácticas bárbaras y primitivas sigan sosteniéndose en la modernidad y el libertinaje de las 6 horas de trabajo y el home office.
Con el hashtag #MyFreedomDay, miles de estudiantes, de 100 escuelas e instituciones alrededor del mundo organizarán eventos artísticos, culturales y educativos a lo largo del día para crear consciencia y, precisamente, denunciar todos los tipos de esclavitud moderna que somete a decenas de millones de personas en todo el mundo, 5.5 de las cuales son niños. Es un canto global y masivo en defensa de la libertad.
Desde China hasta áfrica, los profesores de todo el mundo suman esfuerzos para que sus alumnos menores de edad estén conscientes de las características comunes de la esclavitud, la explotación (sexual o laboral) y el tráfico de personas. Una cátedra que los ayudará, al menos, a comprender el problema global y los riesgos a los que se exponen.
El medio norteamericano CNN se encargará de transmitir en vivo todas las actividades escolares, como “cantos contra la esclavitud” en Dubai, lecciones para identificar las cinco señales del tráfico de personas en Londres, mientras que en Nigeria, por ejemplo, recordando a Nelson Mandela, las voces pueriles se unen para rezar “libertad significa no a los abusos a menores”.
Mientras tanto, cientos de alumnos están dibujando a personas encadenadas, atrapadas, para comprender todo lo que no significa ser libre. Los más grandes, con base en los modelos de la Organización de las Naciones Unidas, se han enfocado en intercambiar propuestas para que las ideas que vayan surgiendo a lo largo del día sean de largo aliento y tengan un impacto verdadero en todas las naciones del mundo y a futuro.
La página de Internet Anti Slavery explica que la esclavitud no se terminó con la abolición que se hizo en el siglo XIX. Es una práctica que continúa hoy en todas las naciones del mundo y se manifiesta, por ejemplo, en las mujeres que son obligadas a prostituirse; las personas obligadas a trabajos agrícolas, domésticos o en fábricas; los niños que se venden para la industria de la producción textil; niñas obligadas a casarse con hombres mucho mayores que ellas.
La Organización Laboral Internacional estima que alrededor de 21 millones de personas alrededor del mundo están sometidas a alguna de estas prácticas. Son “familias enteras obligadas a trabajar por nada, para pagar deudas generacionales”.
El proyecto de la CNN se ha convertido en una mesa de debate global, a través de las redes sociales (Twitter y Facebook), los participantes comparten sus experiencias hasta transformar la jornada en una verdadera fuente de ideas, para que maestros de Brasil, por ejemplo, tomen ideas del profesorado de Seúl.
Este intercambio de ideas también permite un enriquecimiento cultural, ya que cada nación tiene percepciones distintas sobre la esclavitud, dependiendo de la cercanía que tiene en sus vidas o de las leyes locales que tengan para prohibirla o en el peor de los casos permitir que pase por alto.
Simultáneamente, los lectores alrededor del mundo escriben lo que para ellos significa ser esclavo y qué es la libertad en el siglo XXI. Uno de ellos sentencia:”La libertad es tener la libertad de liberar a otros de los que están abusando sus libertades”.
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