Cuando la guerra en Ucrania está cerca de cumplir tres meses, las autoridades de ese país han denunciado que Rusia utiliza bombas de fósforo blanco durante su ataque a la acería de Azovstal en Mariúpol. El uso de esas armas contra personas está prohibido desde 1997 por la Convención de Ginebra. El infierno ha llegado a la tierra, a Azovstal, escribió este domingo el concejal Petro Andruchenko en su cuenta de Telegram.
Rusia no se detiene en Mariúpol
En videos que circulan en las redes sociales se ven explosiones en la planta de Azovstal en Mariúpol que, según Anduchenko, serían de bombas de fósforo blanco.Las bombas de fósforo blanco producen un fuego que no se puede apagar con agua y sus componentes se pegan a la piel de las víctimas, que pueden arder hasta los huesos.Los supervivientes pueden tener secuelas de por vida debido a que los componentes de las bombas son altamente tóxicos y pueden causar daño solo con respirarlos.Ya antes las autoridades ucranianas habían acusado a Rusia de utilizar bombas de fósforo blanco en el ataque a la población de Popasna.
Rusia no va a negociar
Además, Rusia se negó a negociar la posible liberación de los combatientes ucranianos del batallón nacionalista Azov que se encuentran atrincherados desde hace varias semanas en la acería Azovstal, a los que llamó criminales de guerra. Convertir a los criminales de guerra de Azov en objeto de negociaciones políticas es una blasfemia en relación a la historia de 1941í³, cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética, dijo hoy Vladímir Medinski, negociador jefe ruso, en su canal de Telegram.
Medinski consideró erróneo e inapropiado comparar Azovstal con la resistencia de los defensores de la fortaleza de Brest (Bielorrusia) ante el avance imparable de las tropas hitlerianas. El negociador ruso se preguntó si esos soldados soviéticos habían utilizado escudos humanos, disparado por la espalda a civiles, habían canjeado civiles por comida y medicinas, se habían dirigido al Vaticano a la comunidad internacional o aceptado ser evacuados a otros país con la promesa de no combatir con el enemigo.
Cuando habla de crímenes de guerra, Medinski se refiere al genocidio, como lo llama Moscú, cometido durante los últimos ocho años por el Ejército ucraniano contra la población civil del Donbás. Al anunciar la operación militar especial rusa en Ucrania, el jefe del Kremlin, Vladimir Putin, estableció como uno de los argumentos la desnazificación de Ucrania. Turquía se ha mostrado dispuesta a acoger a los combatientes que se encuentran en la planta metalúrgica del puerto de Mariúpol (mar de Azov), entre los que habría más de un millar heridos.
De hecho, un grupo de familiares de los combatientes, en su mayoría esposas, viajaron a Turquía para reunirse con su presidente, Recep Tayyip Erdogan, cuyo país ya acogió negociaciones entre ambos bandos. Esta semana los expresidentes de Ucrania, Leonid Kuchma, Víctor Yúschenko y Petró Poroshenko, hicieron un llamado a la comunidad internacional para salvar a los que aún resisten en la acería, donde dijeron que aún queda un grupo de civiles. En su carta piden ayudar con todos los recursos diplomáticos disponibles a las autoridades ucranianas a salvar las vidas de los civiles y militares ucranianos a los que Rusia intenta eliminar por orden de Putin, con métodos bárbaros en el recinto de la planta de Azovstal. Aunque Putin ordenó suspender el asalto de la planta, los bombardeos son intensos, según las autoridades ucranianas.
Con información de EFE / Foto de portada: EFE