Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad de su autora.
¿Recuerdas a Daphne? ¿A Ainara? ¿Recuerdas el caso de la profesora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez? Todas ellas tienen algo en común: fueron abusadas sexualmente, violadas por un grupo de hombres. Los casos de abusos grupales, de violaciones cometidas por varios hombres, aumentaron en los últimos años y no sólo se dieron estos acontecimientos en Europa: también sucedieron en América Latina.
El último caso -conocido- ocurrió en Palermo a finales de febrero. Era un lunes de carnaval, a plena luz del día, cuando un grupo de seis jóvenes abusaban de una chica de 20 años al interior de un automóvil. La situación no es para menos: tiene en conmoción a toda Argentina y esperan que la impunidad no reine esta vez. La pena máxima por el delito del que se les acusa a todos ellos es de apenas 15 años, un castigo que es poco, a comparación de lo que merecen tras haberle arruinado para siempre a una joven.
Cómo sucedió todo
De acuerdo a las investigaciones, retomadas por medios internacionales como El País, los agresores llegaron a la calle Serrano, en donde estacionaron su automóvil a dos calles de la plaza, en Palermo. Todos ellos acudieron a Espacio Ro, una discoteca en donde presuntamente conocieron a la víctima. Un espacio que incluso en sus redes sociales ha manifestado su lamento a lo sucedido, pues ellos se consideran “un espacio queer-feminista-disidente” donde dan especial importancia a la política de cuidado.
Del lugar salieron dos de los acusados sosteniendo a la víctima. Se dirigieron a un kiosco, en donde sólo estuvieron una hora pues rompieron algunas mesas. El encargado declaró que ellos “eran conscientes de lo que hacían, la que estaba mal era ella”, aludiendo a un momento en que la víctima se tambaleaba al ir al sanitario.
Al otro día, Natalia y Orlando, dueños de la panadería “La Familia”, abrieron su local, percatándose de la presencia del automóvil de los agresores, estacionado frente a ellos. En algún momento, se dieron cuenta del forcejeo de la víctima contra los violadores. Ellos relataron que parecía que se formaban uno detrás de otro para subir al coche y abusar de la joven. Fue entonces que decidieron llamar a la policía.
Su acción hizo la diferencia
La pareja de panaderos se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo y mientras llegaba la policía, se armaron con el palo de una escoba; no había tiempo que perder: enfrentaron a los seis jóvenes. “No quedaba de otra que meterse, no había tiempo”, dice Orlando. “El auto estuvo ahí toda la mañana, pero estaba vacío. No sé a qué hora llegaron ellos. Pero a las 14:30, cuando salí a la farmacia y volví, vi a dos chicos tocando la guitarra en la vereda. Les pedí que se movieran”, agrega. Esa era la manera que tenían para avisarse si venía alguien que pudiera entorpecer la agresión contra la joven.
“Mi esposa llamó a la policía y unos minutos después, un conocido se acercó a ver qué pasaba y los dos pibes que hacían de campaña intentaron echarlo. Cuando vi esa situación agarré el palo de la escoba y salí”. Cuando intentaron escapar, los vecinos también actuaron rápido para impedir que se dieran a la fuga. Separaron a los agresores de la joven, pues uno de ellos ya la había sacado del auto “para arrastrarla del brazo”.
La víctima, cuenta Natalia, no tenía fuerza para solicitar auxilio. “No escuché gritos, la chica no gritaba, no tenía fuerzas ni para gritar. Los cuatro jóvenes también estaban con los pantalones bajados, empezar a insultarnos y nos quisieron agredir. También le pegaron a un vecino que con un teléfono celular quiso registrar lo que estaba pasando, para que exista una prueba de lo que habíamos visto. A ese vecino lo dejaron ensangrentado, tirado en el piso”.
Los detenidos aún no reciben una condena y la sociedad, en el marco del 8M, Día Internacional de la Mujer, han exigido que se aumente la pena de 15 años que se da por el delito del que se les acusa: abuso sexual agravado. Los videos están, los testimonios también. No hay forma que haya impunidad en un caso que, a todas luces, merece una pena mucho más severa para provocar una lección en aquellos que quieran o que piensen siquiera en lanzar un “piropo” a una mujer en la calle. Basta ya de impunidad. Basta ya de revictimizar. Basta ya de violaciones. Basta ya de agresiones. Lo dice uno de los carteles en la calle en donde se cometió esta violación: “Quiero salir sin miedo a que me violen. Basta ya de violadores”.
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