En uno de los grandes escándalos de la historia reciente, el Vaticano enfrenta su primer proceso legal por abuso sexual al interior de la Santa Sede. Durante varios años, el joven, Gabriele Martinelli, abusó de un compañero en el seminario y, además, en un momento distinto, tocó las partes íntimas de otro estudiante. Cuando se dio a conocer la noticia, la Iglesia católica trató de esconder el caso, pero, ahora, el juicio contra el acosador ya ha iniciado.
Por si esto no fuera suficiente, las acciones de Martinelli eran cubiertas por el rector en turno, Enrico Radice. Dentro del seminario de adolescentes, el sacerdote acusado tenía la función de repartir asignaciones cruciales al interior del Vaticano. Por ejemplo, quién participaría junto al Papa en sus misas tradicionales, e incluso, en uno de los más grandes honores, cuáles de los jóvenes podrían acompañar al Sumo Pontífice hasta la sacristía. La historia es impactante…
Foto: EFE.
El juicio del escándalo
El fiscal de Justicia vaticano, Roberto Zannotti, pidió hoy seis años de cárcel para Gabriele Martinelli por cometer abusos sexuales contra un compañero del Preseminario San Pío X del Vaticano hasta 2012, y otros cuatro para el entonces rector Enrico Radice por encubrimiento. Este jueves se celebró una nueva audiencia de este proceso, el primero por abusos presuntamente cometidos dentro de los muros vaticanos, que busca aclarar qué pasaba en el Preseminario, donde residen los jóvenes que hacen de monaguillos en la basílica de San Pedro mientras valoran si siguen el camino sacerdotal. Zannotti solicitó para Martinelli 8 años de prisión, reducidos a 4 años, por el delito de violación agravada y otros 4 años, reducidos a 2, por actos de lujuria agravados.
El abogado de la víctima, Dario Imparato, ofreció un alegato de más de una hora en el que dijo que L.G. tenía miedo de contar los hechos y ser señalado por la comunidad del preseminario como homosexual, pero también de ser expulsado y enviado de regreso a su pueblo, de unos 3 mil habitantes.
Foto: Captura especial / Gabriele Martinelli
Una historia escalofriante
De acuerdo al reporte que desató el escándalo, publicado por The Washington Post, la víctima contó a través de cartas, en unas breves memorias, todas las acusaciones legales presentadas en 2018 en el Vaticano y en una entrevista de 2019 con un fiscal en Roma. Las crónicas son impactantes. En ellas, la víctima describe los largos abusos comenzando meses antes de que L.G., entonces de 13 años, llegara al seminario en 2006. En la primera noche, Martinelli, quien en ese entonces tenía 14 años, presuntamente subió a la cama del monaguillo, le bajó los pantalones y le practicó sexo oral, mientras se masturbaba.
Foto: Captura especial.
Las lagunas de la Ley Vaticana
El fiscal explicó que, según la ley vaticana, quien no haya cumplido los 16 años cuando cometió el delito no puede ser sancionado, y que por eso el periodo punible para Martinelli debe ser desde que cumplió 16 años: 9 de agosto de 2008 hasta julio de 2012, cuando la víctima abandonó el Preseminario, y no desde que -según su denuncia- se empezaron a cometer estos abusos en 2017.
Zannotti pidió para Radice 4 años de cárcel por encubrimiento y dijo que su comportamiento es “incluso más grave” que los abusos sexuales, “tanto por el cargo como por la obsesión de ocultar hechos que son evidentes para todos”. “Toda la actividad de Radice a partir de 2009 tuvo como objetivo encubrir a Martinelli”, aseguró.
Foto: Captura especial.
La Iglesia quiso ocultar el escándalo
La abogada de Radice, Agnese Camilli Carissimi, pidió la absolución porque el hecho “no existe”, mientras que el abogado de Martinelli intervendrá en la audiencia fijada para mañana, 16 de julio. Este jueves testificaron Andrea Stabellini, ex vicario judicial de la Diócesis de Como, y Domenico Parrella, exalumno del preseminario. Stabellini dijo que tuvo conocimiento de los informes sobre los hechos en 2013 y que estos incluían presuntos abusos sexuales por parte de Martinelli sobre otros compañeros y las denuncias de que Radice “no quiso hacer nada”. Las acusaciones, prosiguió el testigo, se hicieron en cartas anónimas dirigidas al entonces obispo de Como, Diego Coletti, y otras instituciones del Vaticano.
Coletti pidió a Stabellini que le acompañara a Roma, donde no le dejó que participara en unas conversaciones con Radice y otros responsables de la Opera Don Folci, gestora del preseminario, y después recibió la orden de redactar un documento para cerrar el caso. Parrella, por su parte, afirmó que el ambiente en el Preseminario era “normal” y que Radice estaba “muy atento a los chicos, se quedaba hasta tarde por los pasillos, entraba a las habitaciones si escuchaba ruido o veía las luces de los móviles”.
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Foto de portada: Captura especial.
Con información de The Washington Post y Efe.
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