Su nombre era Trevor, un altivo pato con mirada fija que tuvo una historia interesante con un final trágico.
Le decían “el pato más solitario del mundo” y no era una especie de metáfora. Trevor llegó volando un día a la isla de Niue, desorientado por una fuerte tormenta, y se convirtió en un único pato de todo el país.
Desde ese día, Trevor no volvió a emprender el vuelo: vivió el resto de su vida en un charco junto a una carretera de la isla, hasta que el pasado 25 de enero confirmaron su muerte al haber sido atacado por perros.
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Trevor vivía en su pequeño estanque. (Foto: Facebook)
Una existencia solitaria
Es cierto, Trevor no convivió nunca más con otro pato, sin embargo, en Niue era toda una celebridad, pues en una isla del Pacífico con tan sólo mil 600 habitantes, no se necesita mucho para que se considere un acontecimiento.
Trevor tampoco tenía tanto tiempo en Niue, apareció en enero del año pasado durante una tormenta. Las teorías plantean que lo más lógico es que haya llegado desde Nueva Zelanda, pero también pudo salir de Tonga u otra isla en el Pacífico.
El pequeño pato solía acercarse a las casas en busca de comida, pero siempre regresaba al charco donde había hecho su hogar, aquel lugar donde los lugareños ya sabían que podían encontrarlo, por lo que iban a alimentarlo y cuidarlo.
¿Sus mejores amigos? Un gallo, un pollo y un weka (un tipo de ave).
¿Nunca pensaron el llevarlo a otro lado?
Sí, además las personas de la isla también se plantearon conseguirle una pareja, sin embargo, como explica Rae Finlay, directora de la Cámara de Comercio de Niue y administradora de las redes de Trevor de Duck:
Hubo llamadas para conseguirle pareja, pero preocupaba traer otro pato a un país sin una fuente de agua natural. Como Niue no tiene estanques, lagos, ríos ni arroyos, el charco de Trevor a veces se secaba, pero los lugareños, el personal de jardinería de la Alta Comisión de Nueva Zelanda o el Servicio de Bomberos de Niue siempre acudían al rescate y lo rellenaban hasta que volvía a llover.
Sobre lo de regresarlo a Nueva Zelanda, se descartó el movimiento por cuestiones de logística y bioseguridad.
Trevor con sus mejores amigos. (Foto: Facebook)
Además, para esa altura Trevor ya era famoso, ya había construido un hogar. ¿Solo? Sí, pero en casa a final de cuentas.
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Un final triste
A Trevor le quedaba una larga vida por delante, sin embargo, el problema siempre fueron los perros. De hecho se le acercaban a menudo, de los que el pequeño pato huía atemorizado.
Uno de ellos lo mató y toda la comunidad sufrió la pérdida.
“Después de un año conduciendo con una bolsa de avena siempre en el coche, echaré de menos mis paradas de camino al trabajo para alimentar a Trevor el pato y ver cómo estaba. Sun duda, llegó a muchas personas de todo el mundo que probablemente buscaron en Google dónde estaba Niue”, concluye Finlay.
Descansa en paz, Trevor, dejaste un buen legado.
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