Poncho todavía no puede olvidar esa tarde de 1987. Todavía tiene fresco el recuerdo cuando estaba jugando a sus siete años de edad en el jardín de su casa con su hermano Jhonatan, de entonces tres años de edad, en el barrio Minuto de Dios, en Bogotá, Colombia.
Dentro de la casa, otro de sus hermanos, Juan Jiménez, de entonces cinco años de edad, los observaba, cuando de repente un hombre se les acercó para pedirles que salieran de la casa a comprar dulces, y ellos caminaron y desaparecieron.
El robo
Juan observó todo, pero le dio pena contarle a su mamá, porque estaba en ropa interior y en la casa había una visita. Además, no le parecía extraño que Camilo Guzmán, un amigo de su padrastro, quien en ese entonces era sargento de la policía, se los llevara de la casa.
Ana Jiménez, de entonces 22 años, estaba ocupada atendiendo a una visita, y pensaba que sus hijos estaban jugando en el jardín. Pero luego de unas horas comenzó a buscar a sus hijos por toda la casa, y después por toda la cuadra, el barrio y se dio cuenta de que se habían robado a Jonathan.
Poncho cuenta al diario noruego BT, que observó a Camilo Guzmán, un conocido del novio de su madre, quien les preguntó si querían ir a la tienda a comprar dulces, pero antes de responder, el hombre levantó a su hermano Jonathan, se dio media vuelta y desapareció una calle arriba.
El pequeño Jonathan fue buscado por todos sus vecinos, y ni siquiera tenía papeles del registro civil por su corta edad. Ana, su mamá, tenía miedo de poner una denuncia ante la Policía, porque su pareja abusaba de ella y era una persona influyente.
“En ese momento sentí un dolor que solamente Dios y uno lo saben”, dijo Ana al diario colombiano El Tiempo.
Para el 25 de septiembre de 1987, Ana sintió que le arrebataron la vida, sin embargo, siete años después, Camilo Guzmán reapareció para confesar que se llevó a su hijo por órdenes de su pareja.
¿Por qué se robaron a Jhonatan?
Confesó que llevó al niño a Estados Unidos y que estaba bien, con una familia adinerada. El corazón de Ana se partió en mil pedazos, pero nunca perdió la esperanza de volver a ver a su hijo a la casa.
Juan, a sus 12 años, escuchó todo y se fijó la meta de volver a encontrar a su hermano.
En 2007, después que le negaron la visa tres veces, inició sus estudios de actuación, y logró el acceso a Estados Unidos. Nunca perdió la fe, relató al diario El Tiempo.
Un día, su mamá encontró un documento donde aparecía la cédula de Camilo, el hombre que raptó a su hermano. Juan pagó un investigador privado, y usó la ayuda de sus amigos que tenían conexiones para continuar la búsqueda, pero no logró nada.
Fue hasta que con ayuda de las redes sociales, buscó su nombre en Facebook y encontró una foto, pero había fallecido hace seis meses. La única persona que tenía información para dar con el paradero de su hermano había muerto. Al revisar el perfil, encontró a sus hijas, y les dijo que creía que él era hijo de Camilo. Ellas accedieron a una reunión en Bogotá, donde les mostró fotos donde Camilo aparecían juntos en un bautizo.
Las primeras pistas
Reunido con las hijas de Camilo, preguntó por Jhonatan, y una de ellas recordó que su papá llevó al niño a su casa y también a la de una de sus tías, además, aseguraron tener una foto con Jhonatan. La tía contó que Jhonatan pasó una noche en su casa, pero al día siguiente Camilo se lo llevó y nunca volvió a verlo.
Juan pasó de tener dos pistas, a cero otra vez. Hasta que le llegó un correo a su correo.
En 2018, Juan recibió un correo de la compañía de ADN ‘My Heritage’, que ofrecía kits de ADN a las personas que buscan a algún familiar. Tras hacerse la prueba, las envió y todo fue silencio en su bandeja de entrada durante un año y medio.
Fue hasta el 2 de diciembre de 2019 que ocurrió un milagro. “¡Oye! Soy John, de 34 años y actualmente vivo en Noruega. Fui adoptado en un orfanato en Colombia a la edad de cuatro años. No tengo familia conocida, lo cual es parte de la razón por la que tomé este examen… El resultado sugiere que eres medio hermano, tío o sobrino, así que a menos que tú también seas adoptado, ¡parece que estoy muy cerca de encontrar más información sobre lo que me pasó en Colombia en los años 80!”.
Un examen de ADN y el primer saludo entre hermanos
El correo electrónico llegó desde el Viejo Continente, y era Jhonatan, su hermana que estuvo buscando por más de 30 años.
Ese 2 de diciembre, Juan y Jhonatan no pararon de hablar; intercambiaron fotos, y se hicieron mil preguntas y respuestas. Jhonatan contó que toda su vida pensó que fue abandonado en un orfanato. “él creció pensando que su mamá o su papá lo habían tirado a la calle, pero nunca supo que lo habían robado”, dijo Juan a El Tiempo.
“Mamá, lo encontré”, le dijo Juan a Ana. Ella brincó de emoción, y gritó como nunca. Llamó a toda la familia, y empezaron a coordinar el tan esperado abrazo entre una madre y su hijo.
El primer reencuentro fue entre Juan y Jhonathan en Noruega. El primer abrazo estuvo lleno de lágrimas y de muchos sentimientos encontrados. Juan subió las escaleras del apartamento en Europa de su hermano, cada paso resonó por todo el condominio, y cuando abrió la puerta, de inmediato lloró desconsolado, eran lágrimas de felicidad.
Ese 2 de enero del 2020, el abrazo fue muy fuerte, y largo. Después Juan tomó su celular y llamó en una video llamada a su mamá, para mostrarle en vivo a su hijo.
El reencuentro entre una madre y su hijo, 32 años después
Para el 7 de enero del 2020, Juan, Jhonatan y su mejor amigo llegaron a Colombia. En el barrio de Minuto de Dios, Jhon fue recibido con música, una alfombra roja y pancartas con su nombre colgadas en la misma calle donde fue hurtado.
El encuentro entre una madre a la que le arrebataron a su hijo conmovió a todos sus vecinos. El abrazo estuvo lleno de lágrimas y baile. Aunque Jhonatan no sabía español, su hermano Juan fue el traductor del encuentro con toda la familia.
Aunque Jhonatan volvió a Noruega, donde ejerce como abogado, regresó a Colombia y quedó atrapado por la pandemia. Su estancia la aprovechó para aprender español y comunicarse mejor con su madre.
El pasado 28 de noviembre, su familia le celebró todos los cumpleaños que no pudo celebrar en Colombia. En la mesa había 29 pasteles, 29 regalos, 29 velas y 32 años de tranquilidad.
“¡No tenía idea de lo que estaba por venir y por superar! Reunirme con mi familia biológica… Aprender un nuevo idioma, una nueva cultura y, sobre todo, aprender sobre mí mismo. Sobre mis fortalezas y debilidades. Ser fuerte e independiente, pero también permitirme ser vulnerable. Y en los momentos más solitarios, estoy agradecido por tener amigos y familiares en ambos lados del mundo que me han defendido. Este año ha sido el mejor y el peor”, escribió Jhonatan en su cuenta de Instagram.
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* Fotografía de portada: IG/ Jhonatan Jiménez 1985
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