Fue el 12 de febrero de 1993 cuando se dio a conocer un cruel asesinato: el de un bebé de apenas dos años. Su nombre: James Bulger. Si de por sí ya era tormentoso enterarse que a un pequeño le habían arrancado la vida, conmocionó aún más el saber la identidad de sus asesinos: dos niños de tan sólo diez años de edad.
A James lo secuestraron y posteriormente le arrancaron la vida de una forma tan cruel que aún a la distancia y tras lanzarse el documental Detainment en 2018, siguen apareciendo distintas preguntas que la misma sociedad londinense no logra aún responder.
Robert y Jon, los asesinos de Liverpool
En aquel 1993, tras darse a conocer la historia, los medios de comunicación refirieron que los niños jugaban a matar. Sus historias eran similares: Robert Thompson y Jon Venables tenían en común la violencia que vivían en casa, el alcoholismo de sus padres, el bullying escolar, los problemas de aprendizaje de sus hermanos mayores. A los dos, dicen, los unió la desgracia.
Las investigaciones indicaron que antes del asesinato de James Bulger, habían intentado hacer lo mismo con otro pequeño, sin embargo, la madre de esta primera víctima llegó para evitar que lo secuestraran. Con James no fallaron. Inspirados presuntamente por la tercera entrega de ‘Child’s Play’ -en México conocido como ‘Chucky, el muñeco diabólico- ambos niños de diez años acudieron a un centro comercial en Liverpool.
Ahí, se dieron cuenta que la madre de James estaba distraída. Eran las 15:39 de la tarde. Tanto Robert como Jon, tomaron al niño del brazo y lo llevan a la salida, sin ser detenidos por absolutamente nadie. A las 15:43, los niños son perdidos de vista por las cámaras de seguridad. Caminan cuatro kilómetros sin ser interceptados por ninguna de las 38 personas que se cruzaron en su camino, pese a que James no dejaba de llorar, pidiendo por su madre.
Así fue el asesinato de James Bulger
Los tres niños llegaron a unas vías del tren situadas en la zona de Walton. Ahí pintaron de verde el cuerpo de James y comenzaron a lanzarle ladrillos, golpeándolo en repetidas ocasiones contra las vías. Le pisaron las manos y los dedos hasta rompérselos. Lo desnudaron y abusaron sexualmente de él, introduciéndole pilas por el ano.
Saltaron sobre su estómago y su pecho hasta reventarle el vientre. Ya muerto, colocaron el cuerpo sobre las vías del tren para que todo pareciera un accidente. Regresaron a sus casas después del crimen sin que nada pasara. Cuatro días después encontraron el cuerpo de James, partido a la mitad, y gracias al testimonio de una persona, fue que dieron con los asesinos: dos niños de diez años de edad.
La detención y el juicio
A petición expresa del gobierno, tanto Robert como Jon fueron enjuiciados como adultos, aunque fueran menores de edad. Se demostró con informes psiquiátricos y forenses, que ambos niños eran conscientes de sus acciones. Sabían qué era un secuestro y sabían que su objetivo era matar. Se les impuso la pena de permanecer en la cárcel para menores hasta que cumplieran los 18 años.
Una vez sucedido esto, pasarían otros diez años más tras las rejas. Ante la incredulidad de la sociedad británica, ambos pudieron seguir un tiempo después su proceso a manera de arresto domiciliario. En 2010, Jon fue de nueva cuenta acusado de delitos ahora de pornografía infantil y posesión de armas. Ambos están bajo anonimato y es lo que ahora exige la sociedad en conjunto con los padres de James Bulger: que sus identidades sean reveladas para evitar que vuelvan a hacer daño a cualquier menor con el que puedan cruzarse en algún momento.
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Foto de portada: Cultura Colectiva News.
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