Cada 6 de febrero, se conmemora el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, una práctica que se sigue realizando en 30 países de áfrica y Medio Oriente, a pesar de estar prohibida en la mayoría de ellos.
Hawa es de Kaédi, en Mauritania, un país de áfrica, y no olvida que cuando tenía diez años una mujer de su pueblo fue a su casa para practicar a sus tres hermanas pequeñas y a ella la mutilación genital. “Fue un trauma que jamás he podido olvidar”, afirma.
Ella es ahora asesora desde la isla canaria de Fuerteventura (Atlántico) para las mujeres que llegan como inmigrantes, muchas con sus hijas, precisamente con el fin de evitarles la ablación.
Hawa Touré (Imagen: Efe)
Hawa Touré recuerda perfectamente la hojilla metálica haciéndole el corte, los problemas ginecológicos que arrastra este acto y el trauma de ver a su hermana de cuatro años a punto de morir por una hemorragia. La ablación casi siempre implica la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos sin que haya motivos médicos que lo justifiquen.
En entrevista con Efe cuenta que relata que cuando a ella la mutilaron se dio cuenta que “no solo duele el corte sino también ver a la persona que la practica. Es como una bruja. Se me grabó su imagen y no me la he podido quitar de la cabeza, todas las chicas de mi pueblo no han conseguido olvidar su cara”.
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(Imagen: Shutterstock)
Todas las niñas del pueblo
En su pueblo natal todas las jóvenes están mutiladas “porque no se veía normal que unas lo estuvieran y otras no”, cuenta Hawa, quien llegó a Fuerteventura en 2004 desde Mauritania, un país que tiene prohibida la ablación desde hace más de una década.
“Los imanes firmaron una fatua en Mauritania, aunque se sigue practicando a escondidas”; se pregunta por qué “se sigue haciendo si internacionalmente no se permite y es una práctica nociva que hace daño a las mujeres y a las niñas”.
En 2017, Hawa creó la Asociación Sociocultural de Mujeres Mauritanas Dimbe, que busca la integración de las mujeres africanas y evitar que se sigan haciendo este tipo de prácticas; pues si no lo hacía, nadie podría salvar a las casi cuatro millones de niñas que están en riesgo en el mundo cada año.
De acuerdo con Unicef, al menos 200 millones de niñas y mujeres de 31 países, de entre 15 y 49 años fueron sometidas a la ablación, con consecuencias que van desde un dolor intenso hasta hemorragias prolongadas, infecciones, infertilidad e, incluso, la muerte, además de aumentar el riesgo de transmisión del VIH.
(Imagen: Efe)
Las secuelas
La pandemia no está siendo una buena aliada en la lucha contra la ablación, pues aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya alertó del aumento de la práctica, Hawa explica que se sigue haciendo porque “las familias no pueden mantener a las niñas y la única manera es casándolas y, para ello, hay que pasar por la mutilación genital”.
Hawa tiene desde julio reuniéndose con las mujeres que llegan en pequeñas embarcaciones a Fuerteventura; las escucha e intenta asesorarlas y aclararles dudas, porque “algunas vienen con problemas y no saben que están relacionados con la mutilación”.
Otra de las preocupaciones de Hawa es que considerando a todas las mujeres con las que habló estos meses “solo una” le ha dicho que nadie la ha violado: “todas las demás han sido todas violadas”.
Otro de los objetivos de la asociación es intentar que a estas niñas se les haga una reconstrucción vaginal, para lo que hay que trasladarlas a la ciudad de Barcelona, donde una fundación lo hace.
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Foto de portada: ONU.
Con información de Efe.
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