Durante años hemos visto con horror cómo algunas personas practican por diversión la caza de animales, pero ¿y si esa fuera la verdadera solución para la conservación de las especies?
Apenas en octubre de este año, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos dio a entender que pronto permitiría que los cazadores estadounidenses que visitaran Zimbabue y Zambia, podrían llevar a casa sus “trofeos” de elefantes que cazaron. Este anuncio se dio en un informe donde la agencia citó el progreso de Zimbabue con su plan de gestión para 82 mil elefantes en donde las ganancias por la caza se reinvierten en la conservación.
La caza de elefantes es más barata que la de un león. (Foto: laSexta)
Según el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre «la caza por trofeo bien manejada no tendría un efecto adverso en las especies, sino que puede hacer avanzar los esfuerzos por conservar a las especies en la naturaleza».
Claro que este primer aviso no sólo revertiría una prohibición que se tiene en Estados Unidos a los trofeos de elefantes, instituida durante el gobierno de Barack Obama, también generaría gran polémica en el mundo. De hecho al hacerse público este informe, de inmediato grupos a favor de la caza elogiaron el hecho mientras que defensores de los derechos de los animales lo criticaron fuertemente.
Respecto al tema, expertos aseguran que este caso es un dilema difícil pues mientras que en lugares como Namibia y Zimbabue la estrategia ha ayudado a revivir poblaciones silvestres, en otros lugares, como Tanzania, la caza ha alimentado en gran medida a la corrupción y obviamente ha castigado severamente a muchas especies.
«Mientras el escándalo en la prensa se concentra en lo moral y en hombres blancos con autorización para matar animales inocentes con el fin de colgarlos repulsivamente en sus paredes, en realidad esto tiene muy poco que ver con ser pragmáticos respecto a la conservación», indicó a The New York Times Brian Child, especialista en ecología de la Universidad de Florida.
La cacería es un ingreso para muchos pueblos en África. (Foto: Universo salvaje)
Child contó a NYT que, por otra parte, muchos de los críticos de la caza en realidad nunca han ofrecido alternativas viables para las comunidades que de verdad dependen económicamente de esa práctica. Otro punto es que los países que han emitido prohibiciones a los trofeos tampoco han proporcionado una verdadera asistencia financiera para compensar el déficit cuando desaparecen los ingresos de caza.
Al final si la caza se hace de una forma legal y regularizada podemos ver que, según cifras de New York Times, los cazadores pagan entre 65 mil y 140 mil dólares por el permiso de cazar leones en Zimbabue. Si hablamos de cazar un elefante, el medio estadounidense estima que el permiso puede costar entre 36 mil y 70 mil dólares, un precio más bajo por la prohibición actual a los trofeos en Estados Unidos.
«Zimbabue está en pésimas condiciones por la desaceleración económica. Sin embargo, la comunidad internacional espera que nuestro país pobre cuide a los elefantes y los leones cuando ni siquiera podemos alimentar a la gente», comentó a The New York Times Victor Muposhi, zoólogo de la Universidad Tecnológica de Chinhoyi.
Los cazadores argumentan que ayudan a la economía local. (Foto: Caza no)
Pero claro, el problema como en muchos otros países es la corrupción. Mientras unos creen que la caza controlada es positiva por la derrama, hay quienes aseguran que de nada sirve pues al final el gobierno termina recibiendo el dinero sin invertir en las comunidades ni en la conservación.
De hecho un estudio realizado por Craig Packer, director del Centro de Investigación sobre Leones de la Universidad de Minnesota, descubrió que la caza deportiva contribuyó directamente a la reducción de leones en la mayor parte de las zonas de caza de Tanzania y que, durante los últimos doce años, el 40 por ciento de esas áreas fueron abandonadas por la disminución de especies de trofeo.
Expertos creen que la caza legal no ayuda en nada y sólo sirve para asesinar sin sentido. (Foto: Upsocl)
Vanda Felbab-Brown, investigadora sénior de Brookings Institution citada por The New York Times, señala que incluso en otros países como Zimbabue, muchos funcionarios públicos simplemente se han adueñado de las áreas de caza y han tomado las ganancias sin reinvertir en la conservación
Al final la decisión es tomada por los gobiernos, pero siempre quedará el dilema sobre cuánto dinero vale una vida en este mundo.
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