No querían impedir la realización de los Juegos Olímpicos. Sólo querían ser escuchados. Alzaron la voz y se les tachó de rijosos, de peleoneros, de instigadores a la violencia. El Consejo Nacional de Huelga decidió que el 1 de septiembre, día del cuarto Informe Presidencial del entonces primer mandatario Gustavo Díaz Ordaz, no se harían marchas.
Todo cambió cuando la Universidad de Puebla fue tomada por el Ejército y comenzó una campaña de difamación en contra del Movimiento Estudiantil de 1968. Para que se acabaran las especulaciones, los estudiantes decidieron organizar para el 13 de septiembre del 68 una Marcha del Silencio, en donde todos irían con la boca cerrada, algunos la taparon con un pañuelo blanco. No querían más difamaciones. Los estudiantes querían que el pueblo, su pueblo, se diera cuenta que ellos no estaban invitándolos a la violencia.
Así es como se invitó a la ciudadanía a apoyar La Marcha del Silencio. (Foto: A 50 del 68)
¿Qué provocó la Marcha del Silencio?
La campaña de difamación orquestada por el presidente de aquel entonces, Gustavo Díaz Ordaz. En su cuarto Informe de Gobierno, Díaz Ordaz indicó que usarían la fuerza del Ejército, con tal de mantener la paz en el país, previo a la realización de los Juegos Olímpicos.
Se podían encontrar volantes, anuncios de radio, de televisión. Frente a toda esa propaganda oficial, los estudiantes acuerdan realizar el 13 de septiembre una Marcha del Silencio para probar que ellos no eran los provocadores.
Mario Ortega en su libro “Octubre dos: historias del movimiento estudiantil” recoge un testimonio de las asambleas del CNH previas a la manifestación: “En los días anteriores a esta manifestación, la gran prensa nacional, la radio y la TV se dedicaron a crear un clima represivo, anunciando que la convocatoria a dicho acto era una provocación más al gobierno y que el ejército y las policías no lo permitirían, desde helicópteros se hacían caer en las calles de toda la ciudad volantes con informaciones aterradoras en este sentido. A los domicilios de cada uno de nosotros llegaban comunicados invitando a los padres a que no permitieran que sus hijos acudieran a dicha manifestación porque se daría un baño de sangre, etcétera.”.
El Ejército nunca dejó de tener en su mira al Movimiento Estudiantil de 1968. (Foto: A 50 del 68)
La Marcha del Silencio
La marcha partió del Museo Nacional de Antropología e Historia al Zócalo. Ese día, que además se conmemora el aniversario de la Batalla de Chapultepec de 1848. La PGR da cuenta de la ceremonia oficialista del gobierno: “Los jóvenes oradores de la ceremonia cívica central los pusieron (a los “Niños Héroes”) como ejemplo de virtudes patrióticas ante la juventud, exhortándola a deponer su rebeldía estéril y a unirse a la causa del progreso nacional”.
Pese a que el Gobierno de Díaz Ordaz intentó disuadir a que no se participara en la Marcha del Silencio, la respuesta al llamado del CNH fue masiva y acudieron 250 mil personas; también llegaron jóvenes con cinta adhesiva en la boca para evitar hablar fuerte. Sólo se escuchan murmullos y los pasos firmes de los jóvenes, y sus pancartas tienen consignas pidiendo diálogo público.
Ramón Ramírez relata en El movimiento estudiantil de México que “se pudo observar el más estricto orden y una organización perfecta. Los estudiantes y gente del pueblo en general portaban carteles en los que se propalaba: ‘Libertad a la verdad ¡diálogo!’, ‘El pueblo nos sostiene, por el pueblo es que luchamos’; ‘Líder honesto igual a preso político’; ‘Luchamos por los derechos del pueblo mexicano’; ‘¡Tierra para todos!’; grandes pancartas con las efigies de Morelos, Hidalgo, Villa y Zapata presidían la marcha estudiantil.
Miles de gentes del pueblo, situadas en las aceras, formaron una enorme valla a lo largo de todo el recorrido de la manifestación; con sus aplausos y expresivas muestras de simpatía alentaban a los trabajadores, estudiantes y padres de familia, que en compactas filas proclamaban el cumplimiento de la Constitución. La austera y responsable actitud de los estudiantes y profesores, la decisión de la lucha del pueblo se manifestó con la mano en alto haciendo la V de ¡Venceremos!”.
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