«La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan», decía el militar venezolano Simón Bolívar. Y es que la confianza, dicen también, una vez perdida, es difícil recuperarla. Los hechos son, justamente, los que dan confianza a la ciudadanía y estos son los que han hecho falta para que ellos crean en sus políticos.
Aunque la ausencia de acciones sean artífice para que la gente no confíe en las elecciones y en sus actores políticos, hay otros factores que influyen en la desconfianza de la ciudadanía mexicana.
Apenas el 26 por ciento de los mexicanos confía en los procesos electorales, según un reporte realizado por el Barómetro de las Américas, impulsado por la Universidad de Vanderbilt. Tres elementos son los que afectan la confianza en las elecciones: el partidista, el institucional y el contextual. El nivel de confianza que hay en los procesos electorales en países de América Latina, como Uruguay, por ejemplo, duplica al que tenemos en nuestro país.
Apenas el 26 por ciento de los mexicanos confían en las elecciones. (Foto: Barómetro de las Américas)
Según un análisis realizado por el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de California, encabezado por el investigador Omar García Ponce, estos tres factores son los que se identificaron en encuestas realizadas a ciudadanos mexicanos previa y posteriormente a las elecciones del 2012.
El argumento partidista, según el análisis, afirma que el votante evalúa la integridad de la elección en función de si ganó o perdió el candidato al cual apoya. Los votantes que apoyaron a un candidato perdedor, por ejemplo, son los que deslegitiman la elección. De esa opción se deriva otra vertiente: aquellos que apoyan a un candidato que no ha tenido la oportunidad de ganar en ninguna ocasión, tienen mayor desconfianza de una elección.
El ejemplo utilizado es el de las elecciones del 2012, en donde quienes apoyaban a Andrés Manuel López Obrador (quien ya había sido Jefe de Gobierno de la Ciudad de México), tuvieron una percepción negativa del proceso electoral, algo que, según la encuesta, no percibieron los simpatizantes de Josefina Vázquez Mota, sino hasta que ya se habían dado a conocer los resultados.
Los simpatizantes de AMLO desconfiaron más del proceso electoral que los de J.V Mota. (Foto: La Miscelánea)
En cuanto a la desconfianza de las elecciones por el tema institucional, el análisis de la Universidad de California expresa que «la confianza de los votantes depende de las medidas institucionales que aseguran la integridad de la elección». Los votantes confían más en procesos electorales en los que, a la hora de emitir el voto, haya representantes de los partidos en las casillas para votar.
Sobre el aspecto contextual, el análisis liderado por García Ponce indica que el perfil sociodemográfico y el contexto geográfico de un votante influye en la desconfianza que se le pueda tener a un proceso electoral. Por ejemplo, si una persona que apoyaba a un candidato distinto a Peña Nieto (basado en las elecciones del 2012) habitaba en una zona mayoritariamente priísta, desconfiaría en automático de las elecciones.
La ciudadanía confía más en las elecciones cuando hay representantes de partidos en las casillas. (Foto: Animal Político)
Al final del día, según José Roberto Ruíz Saldaña, Consejero Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE), vote o no vote la gente, tenga o no confianza en las elecciones, habrá un ganador. «Incluso si votara el 5 por ciento del listado nominal, al final tendremos nueve gobernadores y 641 diputados», declaró previo a las elecciones de funcionarios federales y locales del 7 de junio del 2015.
Y sí, al final siempre hay un ganador se confíe o no en las elecciones pero, ¿qué es lo que tienen que hacer los actores políticos para recuperar la fe de la ciudadanía? Quizá presentar propuestas que posteriormente se conviertan en resultados y no se queden sólo en promesas sea un primer paso para lograrlo.
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