*Para ser leídas con: “Mojo Boogie” de Johnnie Winter.
Paso 1. Valide su preocupación
Todos en algún punto hemos sido presas de los pliegues que tendemos en la frente, del soplete que, en espiral, prendemos a la altura del pecho, del hormigueo en los brazos a manera de tierra tomada y, más que otro signo dialéctico de la preocupación andante, del edificio que pesa sobre los hombros que a su vez cincela el núcleo de la cabeza con un dolor al que uno se ha de acostumbrar si es que se asume como soldado de la herencia cultural para “apechugar” y vivir con su preocupación.
Paso 2. Ruegue, como todo está tranquilo, que nada cambie
Pero en tiempos en los que aparentemente no hay de qué preocuparse, vaya haciéndolo, pues esto es un indicio de que algo anda mal. Por ello suplique, pida que todo se quede como está sin importar que mañana se aburra y pasadomañana vea cómo sabotea su aspiración. Para esperar que nada, ni siquiera este momento de lectura cambie uno tiene que ser brillante o de plano, refinadamente estúpido, dado que el tiempo es la medida del cambio y sólo depende de quién la mira.
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(Foto: Video Blocks)
Paso 3. Métase en un buen problema
¿Qué nos hermana en este mundo, si no son los problemas? Llegado el momento de preocuparse tendrá usted dos retadoras opciones: salir corriendo como reflejo de un malentendido instinto infantil o asumir que la realidad es relativa a la manera en la que se le observa. Ccon esto podría usted abordar su preocupación como una designación conceptual y hacerse responsable de ella. O puede también, desde luego, emplear su tiempo en perder su presente.
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Paso 4. Sea todo lo indolente que pueda
Sin importar cual sea la motivación por la cual va a ocupar su importante tiempo en preocuparse, recuerde algo que puede ser de utilidad en estos momentos: no hay perfección en el mundo. Y aún de haberla, su expectativa en torno a ella le impediría concebirla como “esa perfección”. Por eso le recomiendo no perder tiempo y soltar. Si es amigable, eche un vistazo al paso 8 de estas instrucciones.
Paso 5. Recule
Ya cuando su ansia mengüe en argumentos y espacio mental que trepanar, mire vagamente el piso y entienda que su preocupación, ese animalito sembrado, germinado y cultivado por usted, simplemente no existe como lo percibía. Si algo le ha aportado el sapiens al homo, es saber que lo que nos ata a la ignorancia radica en la confusión de cómo son las cosas y la distancia que hay en la interpretación que hacemos de ellas. El mundo influye pero no determina su concepto de realidad. Y esto aplica para cualquier tipo de preocupación.
Paso 6. Agradezca al Señor de las Maravillas
Las preocupaciones le hacen los mandados a la fe. Por eso la suerte está echada: si ocupa su mente en rezos y plegarias, al menos no habrá espacio para la preocupación. Despliegue su fervor con elegancia.
Paso 7. Siga su andar
Cuando crea que ha soltado del todo las preocupaciones, observe el estado de su respiración. Pocas veces nos damos la oportunidad de ver cómo se estira el cuerpo con sólo notarlo, así que pruebe una bocanada suprema de oxígeno y valide si su tendencia a describir el mundo va también menguando. Note de manera periférica, cómo un momento de no distracción es uno de liberación. ¿Qué prefiere para este instante que viene?
Paso 8. Como todo está tranquilo, ruegue que nada cambie
Soltar no es hacer algo. Es dejar de hacer.
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