‘Sinkies’, si no la habías escuchado, apréndete la palabra porque ahora la vas a escuchar muy a menudo. El término es la unión y abreviación de Single Income No Kids (ingreso único sin hijos), acuñado por la organización Cáritas Europa que describe una nueva ola de pobreza juvenil por la que atraviesan muchas parejas sin hijos que trabajan pero que, cuando unen sus salarios, apenas se suma el equivalente a un sueldo decente.
Los ‘sinkies’ son la primera generación en décadas que está en una situación laboral y económica de desventaja con relación a sus padres. Es decir, que tiene más trabajo, peor pagado y con menos prestaciones de protección social.
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Treinta años y el panorama cambió radicalmente para las parejas jóvenes, pues en la década de los 80 existieron los ‘dinkies’ (doble de ingreso sin hijos), que en ese momento gozaron no sólo de bienestar económico, sino social, y cuando desearon tener hijos no lidiaron con que los gastos de paternidad eran insostenibles, como hoy, que el deseo de ser padre o madre se ve mermado por las posibilidades económicas.
El informe de Cáritas Europa, presentado por el secretario general de la organización, Jorge Nuño, en Bruselas, mostró que la situación se ve empeorada por los «ninis» cuya falta de oportunidades e incentivos hacen difícil su incorporación al flujo económico independiente.
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«Es probable que las generaciones más jóvenes tengan menos oportunidades y estén peor que sus padres, ya que los empleos son más escasos, los salarios más bajos y las condiciones de trabajo más deficientes», dijo Nuño durante la presentación del estudio, que además incluyó algunos aspectos sobre discriminación, falta de acceso a derechos básicos, violencia y vulnerabilidad.
Lo peor: actualmente, según su encuesta, los padres y madres jóvenes solteras son los más expuestos a la pobreza y la exclusión.
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